domingo, 28 de abril de 2013

Bautizo de mi sobrino Pablo - Palabras dedicadas



El último rey de Troya, Príamo, tuvo que arrodillarse ante Aquiles, el gran guerrero heleno, para solicitar el cuerpo de su heredero y darle digna sepultura. Hoy nosotros nos arrodillamos ante Pablo, que al igual que el troyano, es rey, el Rey de nuestros corazones. Porque significa la VIDA, el AMOR, el RENACIMIENTO, la ESPERANZA, la ETERNIDAD y la BELLEZA inoculada en unos ojos tiernos que nos desgarran el alma. Dijo Platón que la “belleza” es el esplendor de la verdad. Y aquí la tenemos en cuerpo presente, porque no hay nada más verdadero que el amor con que unos padres, Isa y Julián, se entregan a la fervorosa y abnegada misión de cuidar de lo más bello y hermoso, el alma inocente de su hijo, de nuestro sobrino, de nuestro nieto.

Y hablando de nietos, es preceptivo hablar de abuelos. Aquellos que nos inculcaron el amor por la familia, el aroma entreverado de azahar y comprensión, la palabra teñida de humildad y de tesón, el esfuerzo disfrazado de dedicación y continua lucha por los hijos, los herederos de tanta sabiduría. Gracias Pedro y Tere, Papá y Mamá, porque vuestro concurso aún nos apuntala el alma, nos guía en la vida, nos refugia del vendaval y nos compromete en la tarea de ser vuestros dignos sucesores, con la esperanza puesta en las manos de Jesús Resucitado y en los labios de María del Amor Hermoso, para saber que nos quedan muchos momentos que celebrar en vuestra apreciada compañía.

Igual que los troyanos recibieron su presente en forma de caballo de madera, nosotros recibimos hoy otro excelso regalo. A Pablo, que entró en nuestras vidas para quedarse de forma permanente, almidonando nuestros corazones y comprometiéndonos, aunque sea desde la distancia, a hacer su camino más fácil, para que su felicidad, sea signo del buen hacer de todos.

¡¡MUCHAS FELICIDADES!! ¡Y que Dios bendiga a vuestro hijo!

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