Bello
atardecer de playa,
donde la
vida se hace en soledad,
y surge de
la blanca espuma
un susurro
de libertad.
Crucero de
ágiles gaviotas,
juguetero de
reflejos de luz,
de un sol
que radiante está,
ante los
ojos que lo ven manchar.
Pero la ira
del rugido,
del bramido
de la rota mar,
rotos
armoniosos lazos de paz,
donde me
hallaba sumido.
Vuelve
gaviota, vuelve a volar
que necesito
tu vuelo, tu volar,
como los
corazones de par en par,
te esperan
en la orilla del mar.
Y solo queda
ya el silencio,
de un estado
de serenidad,
de un vacío
que se queda,
cuando tú no
estás.
(Este poema está publicado en www.senderosiberos.es/poesía)
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