viernes, 12 de abril de 2013

Un sueño de barro




Aquel día llovía intensamente,
no recuerda si el sol brillaba
pero nunca olvidaría sus palabras,
“lo siento, hay que comer caliente”.

Aquello se arriostró en su alma
cual tumor se expande inocente,
¿moriría en vida?...Maligna serpiente,  
más, a sabiendas, mantuvo la calma.

Pero ¿cómo frenar a su mente?,
Si ya volaba hacia el vacío,
pues una mañana de un frío estío
recibió la gran noticia inocente.  

Limpió letrinas de desazón
al saber que su futuro truncaba,
una decisión injusta, que heredaba
de un padre sazonado con almidón.

Hubo mala suerte en enviudar,
pues un embarazo tardío provocó
la desdicha, en su vida se alojó
una aprendiz de madre titular.

Exigente, avara y envidiosa
de la joven hijastra apuesta,
no consistió que estudiara ésta,
debía gobernar su vida pomposa.

Recados, ropa limpia, comidas…
todo debía estar en buena liza
para satisfacer a la advenediza,
que engatusaba al padre con mentiras.

Acerca de sueños que la joven tenía,
si un diario fue, a traición, robado
con claras intenciones, un subrayado
doble remarcaba su futuro, se distraía.

Se ausentaba de su miserable suerte,
que fue a otorgarle el destino
en una ruleta rusa, un camino
enfangado de barro hasta los dientes.

Allí fue a jugarse su última carta,
cuando para ver a su padre se escapó,
hacerle los cargos, decirle que soñó
con estudiar y que estaba harta.

 
De los modales de su querida mujer,
su falta de escrúpulos y maneras,
¿por qué esos modos tolera?
¿por qué me desprecia, se puede saber?

Un padre abrumado no contestaba,
desconocía aquellos gestos,
“Nunca supo echarle arrestos
a la mujer que le recogió”, bramaba.

Y besó una cruz regalo de su madre,
jurando que a su casa no volvería,
rechazando su perdón, libre se sentía
pero traicionada por un padre cobarde.

Con lo puesto encima inició camino,
falda larga, zapatos, blusa ajustada,
sin un real en su inexistente bolsillo,
pero con la fuerza que el cielo aportaba.

La primera noche solicitó cama
en pensión humilde a cambio de cocinar,
pues en estas cuitas andaba sobrada
y a los clientes podía deslumbrar.



Unas manos hábiles con los pucheros
enseguida se hicieron imprescindibles,
para la pensión que cambió el letrero,
una cocina distinta por gente sensible.

Así alimentó el buche y la talega
y unos ahorros le permitieron alquilar,
un piso a las afueras del lugar,
un nido en el que por las noches reza.

A su madre que siempre le ayuda,
por unos estudios que comenzará
de bachiller, siendo testaruda
pronto los fogones abandonará.

Realidades que no fueron reveladas
a quién le procura su sustento,
en la cocina ofrece alto rendimiento
aunque las noches sean alargadas.

Estudiando el modo de cambiar sus días,
siendo honesta con sus principios,
debe preparar para Lengua unos ripios,
versos que fotografíen su corta biografía.

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