jueves, 4 de abril de 2013

Alegato de amor

Querida Señoría:

Con el mar salpicando mi corazón y con el broncíneo sobre mi piel aún escurridiza, esbozo este alegato de amor. Hacia la mayor de mis suertes y la mejor de mis fortunas. Aquella que no se puede calibrar sino sólo por el dulce gesto, por su amable sonrisa, su atenta caricia y también, su adecuada pastilla.

¿Qué decir que no se haya dicho para defender este amor? Pues que mis ojos palidecen sin verla feliz, que mi alma se marchita cual palmera de este jardín del Poniente cuando se tuerce su gesto, que mis pies se desmoronan como si de sal estuvieran rellenos, cuando necesita un beso y no alcanzo a dárselo a tiempo, que mi reloj se detiene si su sangre no brota y circula a buen ritmo, y parece que el bombeo necesitara aceite para continuar viviendo.

Por eso hoy me he propuesto contarle de forma breve cuán feliz soy a su lado, aunque suene repetido y tosco, aunque aquellos sordos vuelvan a escucharlo, como los guerreros no cesan en su empeño por conseguir su Troya. Mi Troya se llama Alicia y aunque ya fue conquistada, me gustaría que siempre hubiera un “Caballo de Alicia” disponible para dar la sorpresa, para humedecer su alma y su corazón, cuando entre Alicia y Hércules, entre Juanjo y Helena de Troya, una hermosa niña marque el devenir de nuestro Imperio.

Ese imperio que hemos formado con un solo reino: nuestro AMOR y a pesar de las dificultades, de los movimientos en el frente, de las “urgencias” en la batalla, de las cosas que perdemos en la pelea…sigamos edificando SUEÑOS para regalarnos un mañana vestido de suave y tibia espuma de agua salada, que nos recorra el cuerpo haciendo de nosotros mejores personas y con firme paso, y sin perder el rumbo, llevemos la nave a su puerto, alcancemos el destino con un solo beso robado a la Luna de Cádiz, en la noche que celebramos su Santo. 


Dios quiera que este alegato llegue a sus manos, Señoría, para que pueda apiadarse de este corazón; haga lo que en su mano esté para que nunca salga de esta cárcel en la que me encuentro, en la cárcel más hermosa, entre sus verdaderas y sinceras rejas. Las rejas del amor de mi mujer, Alicia.

Sancti Petri, Cádiz, 23 de junio de 2012 


(Publicado en www.senderosiberos.es/turincon)

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