Soledad que
siente pena,
cuando a su
hombro llora,
una dulce
voz melodiosa,
amargos
sorbos de condena.
Amarrados a
la reja por igual,
sentados a
la trena con pudor,
ambos
sienten hartos de rubor,
como sus
huesos dieron en el penal.
Llegaron
cada uno por su lado,
ahora se
aman a rabiar,
pasean, leen
y juegan enamorados,
anhelan
salir a la vida de verdad.
Dentro del
talego ya no se distingue,
en la calle
construyen otra realidad,
si hombre o
mujer comete un crimen,
la justicia
lo enchirona por igual.
Entendamos
que quieran ahora salir,
una vez que
pasen por el altar,
entregarse
el uno el otro hasta el fin,
sentirse
querido de verdad.
Porque el
amor no entiende de cadenas,
porque ella
y él sufren condenas,
dejémosles
que se quieran,
aplaudamos
su salida en primavera.
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