A modo de prólogo, hay que avanzar que en la Italia del siglo XII, estaba dominada por las diferentes repúblicas romanas, donde el constructor tradicional sin nombre se convirtió en el arquitecto que levantaría un imperio, el imperio que se basaba en la casta de los mercaderes, y donde las ciudades-estado de la Toscana, Siena y Florencia, estaban en el centro del tablero por su situación estratégica, en el tránsito de las mercancías de Francia hacia el Mediterráneo. Ciudades que controlaban el poder económico, político y artístico. Tras luchas y batallas entre ambas localizaciones toscanas, una epidemia de peste negra, fulminó las huestes florentinas y de Siena, por lo que ésta última perdió su influencia en la escena internacional y supuso el auge de Florencia. Giovanni Bocaccio, eminente escritor y humanista italiano, escribió "Podías comer con tus amigos y cenar con tus ancestros en el cielo", haciendo mención a la virulencia de la epidemia mortal.
Tras estas fatales "guerras" contra la enfermedad, en 1397, la ciudad de Florencia coloca al "hombre" como centro de todas las cosas, denominándose este período "humanismo", que pretendía hacer de dicha ciudad la "nueva Atenas". Dominada por los mecenas - entre ellos los Médicis como más importantes - que favorecían el trabajo de artistas y arquitectos, se propuso la finalización de la Catedral de Florencia, el Duomo de Santa María dei Fiori, que había comenzado en el 1200 Adolfo di Cambio y que no había rematado con cúpula alguna.
Antes de afrontar el reto del Duomo, Brunelleschi se presenta a un concurso abierto (similar a los actuales que se celebran para construir cualquier edificio relevante a escala internacional, como la Terminal T4 de Bajaras, por ejemplo) promovido por el Baptisterio de Florencia, para renovar sus puertas. A dicho concurso se presentó también su máximo rival, Lorenzo Ghiberti, el cual sería elegido para realizar las puertas de la capilla dedicada a la administración del Bautismo. Cien años más tarde, el gran arquitecto renacentista Miguel Angel Bounarrotti, expresaría de las mismas: "Seguramente esas puertas deben ser las puertas del paraíso".
Imagen 1. Supuesto retrato de Brunelleschi en el fresco de Masaccio Resurrección del hijo de Teófilo, en la capilla Brancacci. Sta. Maria del Carmine, Florencia (h.1427).
Con el rabo entre las piernas, Brunelleschi y su amigo Donatello, marcharon a Roma para estudiar la Roma Antica, a través de sus ruinas, pues el segundo también fue orfebre de profesión y trabajó en el estudio de Ghiberti. A pesar de que grandes escritores y filósofos debatieron y pusieron negro sobre blanco el esplendor del imperio Romano antiguo, nadie hasta Brunelleschi y Donatello reflejó con detalle las fábricas de los restos, apoyándose en estos para su futuro. De los autores ancestrales aprendieron rápido, siendo Vitrubio, el que con su obra De architectura, más calaría en sus tesis arquitectónicas y constructivas. Brunelleschi fue aupado a la máxima figura del Renacimiento, entre otras obras, con dos basílicas florentinas: San Lorenzo y Santo Spirito, verdaderos iconos de la arqutiectura renacentista.
Aunque su gran obra tiene forma cupular. Tras estudiar detenidamente cómo y de qué manera se las ingeniaron los romanos del siglo I para edificar el Panteón de Agrippa sin andamios, con otra cúpula de 43 metros y con un ósculo central que perfectamente podría ser considerado un auténtico reloj solar, por las sombras que proyecta sobre el suelo del interior del templo (ésto es corroborado por el catedrático de proyectos arquitectónicos, Alberto Campo Baeza), Brunelleschi es elegido para construir el Duomo, la cúpula que cerraría la Catedral más grande de la cristiandad en ese momento. Éste ideó una construcción sin muros de carga, con soportes de madera y con andamios interiores. Realmente construyó una cúpula dentro de otra cúpula. La primera, la interior, serviría de fondo para ser lienzo de frescos que el visitante admiraría desde el interior, y la segunda sería la que daría estabilidad al conjunto y cerraría la misma a todo agente exterior. Pero el encargo venía con una letra pequeña que desagradó al bueno de Filippo: debía de trabajar con su enemigo, Ghiberti.
Dibujo 1.Reconstrucción realizada por Giovanni Battista Nelli de los andamios interiores para la construcción de la cúpula de la catedral de Florencia, 1755.
De modo que tuvo que ingeniárselas para construir la cúpula y cómo provocar la caída de su rival. Ideó un sistema de 5 refuerzos de madera a lo largo de toda la cúpula de forma horizontal, y un sistema de colocación de los ladrillos de forma de "espina de pez", hecho éste que no conocía Ghiberti. Un día -simulando estar enfermo- su rival comenzó con este proceso, y de forma milagrosa, se recuperó para someter a Ghiberti a un escarnio público, que provocó que Brunelleschi fuera nombrado único arquitecto del Duomo hasta su muerte. Ideó sistemas de montacargas con poleas dobles para subir un total de 35 millones de kilos de material hasta el final del proyecto, con una altura de 60 metros, dotando a Florencia de su referente mundial, y a la Italia del Renacimiento, de un padre para la arquitectura moderna, con sus hijos en forma de edificaciones, el proceso intelectual que mantuvo con la disciplina y la contribución a la historia del arte de la construcción, que tuvo influencia en la generaciones venideras, siendo Miguel Ángel, el más reconocible, y que también será autopsiado en estas páginas dedicadas a la arquitectura y a la historia.
(Para conocer más: "Los grandes arquitectos", de Kenneth Powell, ed. Lunwerg y el DVD "Renacimiento. La era de los arquitectos. La construcción de un imperio" ed. Historia National Geographic).
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