miércoles, 10 de abril de 2013

Otro mayo especial



Esta mañana rebusqué en mi bolsillo,
un puñado de versos que regalarle,
sin agujeros por donde se escape
la alegría del poema del lazarillo.

Lazarillo que a su lado ve crecer,
su corazón hinchado de emoción,
cuando una sonrisa abre el portalón,
de un trabajo realizado con buen saber.

Pues qué puede existir más agradable,
que una sonrisa devuelta sincera,
una mañana agradable de primavera
cuando una enfermera ha de visitarte.

Enfermera que a sus pacientes deja,
ahora en la cruel estacada,
pues van a hacer una delicada jugada,
esperemos que no tengan muchas quejas.

Es un tema delicado de debatir,
pues cuando uno encuentra su sentir,
no quiere romper el dulce puente,
que muy sabia crea, entre ella y sus pacientes.

Pacientes que timbres no tocan,
pero que el corazón manosean,
aunque la mayoría lactantes no sean,
el vínculo afectivo pediátrico se desborda.



Ricitos, sonrisas, dentaduras inocentes…
que a sus manos llegan con dolores,
y de su alma salen con otros colores,
dibujos le regalan agradecidos y valientes.

Valentía rebosan al ver las agujas finas,
dirigirse a sus venas tan delgadas,
aguantan estoicos sin decir nada,
las lágrimas cuentan su agonía.

Dulce olor de azahar por pasillos,
animados con dibujos y colores,
siente con paciencia los amores,
a sus pequeños lanzar tenues gritillos.

Pero centrémonos en la enfermera,
una aparición hermosa que cala,
su risa por los pasillos hace gala
de su profesionalidad de bandera.

Hoy, San Isidro sus logros le festeja,
anima su corazón entristecido,
porque un comunicado ha recibido,
pero… San Judas aparece en la fiesta.

No hay que preocuparse, tranquila,
aquí estaré para ayudarte en lo necesario,
en urgencias, en neonatos,… a diario,
no abandonaré mi labor con tu vida.

Y los tractores salen a la calzada,
para festejar la gran fiesta,
un cumpleaños de la joven apuesta,
de la enfermera que anda ensimismada.

Los caballos engalanados van al paso,
hacia el santuario de la patrona,
que tampoco abandona a la persona,
que soplará otra vez, las velas de mayo.

Una velas que suenan especiales,
porque anda cerca el anuncio deseado,
ya colean 34 tacos de almanaque,
en la mujer que una “madre” quiere de regalo.

Un regalo para toda la vida,
otra muñeca que le alegre los días,
otra bebecita que aparque las prisas,
una familia enganchada a la risa.

Vive feliz mi joven aventurera,
pues disponemos de una sola una vida,
gracias por tus generosas maneras,
un poeta que te quiere y que no se olvida.

De su gran homenaje particular,
a su modo y de forma repetida,
junta palabras que hoy te gritan,
FELICIDADES, ¡te quiero a rabiar!

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