Esta mañana rebusqué
en mi bolsillo,
un puñado de versos
que regalarle,
sin agujeros por
donde se escape
la alegría del poema
del lazarillo.
Lazarillo que a su
lado ve crecer,
su corazón hinchado
de emoción,
cuando una sonrisa
abre el portalón,
de un trabajo
realizado con buen saber.
Pues qué puede
existir más agradable,
que una sonrisa
devuelta sincera,
una mañana agradable
de primavera
cuando una enfermera
ha de visitarte.
Enfermera que a sus
pacientes deja,
ahora en la cruel
estacada,
pues van a hacer una
delicada jugada,
esperemos que no
tengan muchas quejas.
Es un tema delicado
de debatir,
pues cuando uno
encuentra su sentir,
no quiere romper el
dulce puente,
que muy sabia crea,
entre ella y sus pacientes.
Pacientes que timbres
no tocan,
pero que el corazón
manosean,
aunque la mayoría
lactantes no sean,
el vínculo afectivo
pediátrico se desborda.
Ricitos, sonrisas,
dentaduras inocentes…
que a sus manos
llegan con dolores,
y de su alma salen
con otros colores,
dibujos le regalan
agradecidos y valientes.
Valentía rebosan al
ver las agujas finas,
dirigirse a sus venas
tan delgadas,
aguantan estoicos sin
decir nada,
las lágrimas cuentan
su agonía.
Dulce olor de azahar
por pasillos,
animados con dibujos
y colores,
siente con paciencia
los amores,
a sus pequeños lanzar
tenues gritillos.
Pero centrémonos en
la enfermera,
una aparición hermosa
que cala,
su risa por los
pasillos hace gala
de su profesionalidad
de bandera.
Hoy, San Isidro sus
logros le festeja,
anima su corazón
entristecido,
porque un comunicado
ha recibido,
pero… San Judas aparece
en la fiesta.
No hay que
preocuparse, tranquila,
aquí estaré para
ayudarte en lo necesario,
en urgencias, en
neonatos,… a diario,
no abandonaré mi
labor con tu vida.
Y los tractores salen
a la calzada,
para festejar la gran
fiesta,
un cumpleaños de la
joven apuesta,
de la enfermera que
anda ensimismada.
Los caballos
engalanados van al paso,
hacia el santuario de
la patrona,
que tampoco abandona
a la persona,
que soplará otra vez,
las velas de mayo.
Una velas que suenan
especiales,
porque anda cerca el
anuncio deseado,
ya colean 34 tacos de
almanaque,
en la mujer que una “madre”
quiere de regalo.
Un regalo para toda
la vida,
otra muñeca que le
alegre los días,
otra bebecita que
aparque las prisas,
una familia
enganchada a la risa.
Vive feliz mi joven
aventurera,
pues disponemos de
una sola una vida,
gracias por tus
generosas maneras,
un poeta que te
quiere y que no se olvida.
De su gran homenaje
particular,
a su modo y de forma
repetida,
junta palabras que hoy
te gritan,
FELICIDADES, ¡te
quiero a rabiar!
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