El inmortal
arquitecto catalán, Antoni Gaudí, se
autodefinía como “un hombre sintético,
aquel que es capaz de ver las cosas en conjunto antes de que estén hechas”,
haciendo mención a su profesión, mientras que genial escritor mexicano Octavio
Paz, aseguraba que “la arquitectura es el
testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran
edificio, sin reconocer en él, el testigo de una época, su cultura, su sociedad,
sus intenciones”.
En pleno siglo XXI,
las intenciones de la arquitectura deben de pasar por firmar un compromiso
ejemplarizante de función a la sociedad, y su necesidad de cuidar el
medioambiente y su entorno en el que se desarrolla. Defendía el universal
arquitecto británico, Sir Norman Foster,
horas antes de recoger el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2009, en
Oviedo, que “el objetivo es conseguir un
desarrollo arquitectónico ecológico, que sea respetuoso con el entorno y que
aproveche los recursos que tiene al alcance”. Y estos recursos de los que
nos habla Foster, deben de ser cada vez más limpios y generar menos emisiones
de CO2, así como impactar lo menos posible en el cambio climático. “Veremos una transición hacia edificios que
consumirán menos energía y recogerán más energía”, afirmaba el maestro del
high-tech, uno de los arquitectos más comprometidos con la sostenibilidad de
los edificios y por ende, de las ciudades donde se elevan, como su proyecto en
MASDAR en Abu Dhabi, la primera ciudad que será totalmente sostenible, donde no
habrá ni un solo coche, y en la que 50.000 personas no emitirán ninguna emisión
de CO2 a la atmósfera y se autoabastecerán de energía procedente de
energías renovables. Es por ello que debemos poner el acento en nuestras
masificadas ciudades, debido a que el 50% de la energía demandada en la
actualidad se consume en nuestros hogares.
Pero también tenemos
ejemplos de arquitectura sostenible y bioclimática en nuestra tierra,
Andalucía. En Sevilla César Pelli, el autor de las Torres Petronas de Malasia
que con 452 m
fue el edificio más alto del mundo durante muchos años, ha diseñado la Torre Cajasol, de 178 m, que será el edificio
más alto de Andalucía. Con una fachada de aluminio y cristal, la torre de
planta elíptica, cuenta con un parasol de cerámica, que provocará un ahorro de
energía de un 20%. Cuenta además con cubiertas vegetales y con un consumo
mínimo de energía del ascensor. Por todo ello, además de proporcionar unos 4000
empleos directos, se le ha otorgado el Premio Andalucía de Arquitectura.
En la zona oriental
también existe un proyecto interesante y sostenible. En Jun (Granada) existe un
proyecto de 25 viviendas bioclimáticas diseñadas por Beatriz Inglés, “Las
Caléndulas”, promovidas por Iberdrola Inmobiliaria, que fue elegido por la
revista Red Life de Andalucía como una de las 10 mejores ideas para salvar la Biodiversidad. Analicemos
este premio de una arquitecta comprometida, que tiene la máxima Calificación
energética, tipo A, debido a su ahorro de energía en un 70% y un ahorro de agua
en un 35%. ¿Cómo? Pues con un diseño buscando orientación Sur, el uso de paneles
térmicos para ACS y calefacción, empleo de materiales sostenibles
(termoarcilla, tarima bambú,…), eficiencia y reciclaje agua (reguladores
caudal, doble descarga W.C., reutilización aguas grises y aljibe en cubierta
para agua de lluvia) y Eficiencia energética con suelo radiante, aislamiento fachada,
vidrios control solar.
Por lo que este
tiene que ser el camino que tendríamos que construir, para que el estatus que
ofrece la vivienda, sea en cuanto a su nivel de ahorro, nivel de calificación
energética, y no sean los m2 los que predominen sobre la
sostenibilidad y sobre todo, que el nivel de confort no se consigue consumiendo
más energía y derrochando recursos, sino abriendo una puerta a la
sostenibilidad del planeta, para que las generaciones venideras puedan
disfrutar de nuestro mundo, en igualdad de condiciones.
(Este artículo se publicó en la Revista Enova. Energías limpias de Andalucía, en enero de 2010).
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