Como homenaje a un gran arquitecto español, vallisoletano aunque criado a la luz de Cádiz, que acaba de ser galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura 2020, D. Alberto Campo Baeza, y como él mismo dice "en mi estudio tengo más libros de poesía que de arquitectura", retomaremos la actividad (que en este día se ha vuelto más plácida y cotidiana, pues estaba muy empolvado este rincón de la casa y hemos tenido que darle una buen repaso) citando a Shakespeare, al que también cita el profesor y catedrático emérito en la ETSAM (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid) en muchas ocasiones y en sus numerosas conferencias.
Pero empezaremos con un pequeño verso de otro poeta inglés, William Blake, al que todos los años citaba/cita Alberto, el primer día de andadura del curso académico. Creo que debe de haberse publicado con anterioridad aquí, pero como es muy breve lo cito, recitando como haría el maestro Campo, que sintetiza el objetivo de todo arquitecto, CONSTRUIR SUEÑOS:
"En un grano de arena ver un mundo,
y en cada flor silvestre un paraíso.
Vivir la eternidad en una hora,
sostener en la palma el infinito".
William Blake
(publicado también en su libro "Quiero ser arquitecto", editado por Mairea Libros. 2014).
Pero volvamos a Shakespeare y a cómo se refiere al paso del Tiempo (con mayúscula) y con qué desconsuelo quiere seguir viviendo joven y cómo el avance perentorio del tiempo nos arrolla con su inmisericorde tic tac.
Soneto 19
Tiempo voraz, despúntale las garras al león
y haz que la tierra trague su más tierna progenie;
arranca los colmillos de las fauces del tigre
y que el fénix perenne se ahogue en su ceniza.
Haz con tu vuelo tristes y alegres estaciones
y actúa como quieras, oh Tiempo presuroso,
con todos los placeres fugitivos del mundo,
pero yo te prohíbo el crimen más atroz:
No labres con tus horas la frente de mi amado
no escribas sobre ella con tu anticuada pluma;
deja que permanezca cuando pases sin mácula
Modelo de belleza de los hombres futuros.
Pero si quieres, Tiempo, sé malo: pese a ti
en mis versos mi amor vivirá siempre joven".
Cómo Shakespeare se cita de tú a tú con el Sr. Tiempo, del que todos hablamos y nadie conoce. y le reta a que no "toque" ni se "acerque" a su amado, pues no quiere que escriba sobre él con la pluma antigua (como una heredada y vieja estilográfica Sheaffer), signo de que todo está escrito, haga lo que haga, pues todos tenemos fecha de caducidad, pero cómo hábilmente se las ingenia y le desafía, indicándole que a pesar de luchar contra Goliat, David (su amor y por ende, su vida) siempre vivirá joven y siempre ganará con la onza de la poesía, con sus versos siempre jóvenes y frescos, con la inmortalidad por bandera, cuando le sobrevivan por los siglos de los siglos sus versos, y sus sonetos.
Esperemos que la pluma del tiempo sea condescendiente con todos nosotros, y que cuando llegue el momento de partir, las palabras escritas resuenen en los confines del mundo, en los siempre jóvenes y tiernos labios de aquel que las pronuncie.
Shakespeare como nuestro Federico García Lorca, "escribía para que le quisieran", y de forma eterna.
Juanjo Argudo.
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