Edad
Media: agua, conflictos y muerte
En la siguiente estación de nuestro
viaje, nos detenemos en plena Edad Media, y en un interesante estudio sobre el agua
y la sociedad en la Edad Media Hispana, donde dos expertos en historia medieval
de la Universidad de Valladolid ponen de manifiesto que el agua fue un recurso
de primer nivel necesario y bien estratégico para la sociedad, debido a que era
un recurso en torno al cual se sucedieron multitud de conflictos, por su
escasez y por su importancia vital en una sociedad eminentemente agraria. Mª
Isabel del Val Valdivieso y Juan Antonio Bonachía Hernando, los autores de
dicho estudio publicado por la UGR, estructuraron su investigación en tres
niveles;
·
Entre
la norma y la técnica: donde tratan sobre el agua en los
fueros medievales de la Corona de Castilla, y analizan la delimitación del
espacio a partir de los elementos hídricos que facilitan la identificación del
territorio (costa, ríos, …) o las obras hidráulicas medievales, como presas y
azudes de la Península Ibérica.
·
Los
beneficios del agua: por ejemplo, en Toledo, y cómo el agua
se destinó a diferentes usos, como consumo humano, actividades fabriles
(molinos, batanes, tintes, etc.) o para obtener alimentos (regadío de huertos y
pesca). Aquí en este punto se comienza a recoger el agua de lluvia en aljibes y
en pozos de los patios interiores de las viviendas.
·
El
aprovechamiento de los cursos de agua: con dedicación a tres
reinos distintos como fueron Portugal, Castilla y el Reino Francés, para poner
de manifiesto las similitudes y diferencias entre las realidades de la
Península Ibérica y del reino francés.
Aquí
podemos concluir que las ciudades españolas en la Edad Media se aprovecharon de
los avances y de las innovaciones que provenían del mundo romano, y aquellas
donde los árabes, como vimos en nuestro post anterior, mostraron todo su
esplendor como Granada o Córdoba, pues tuvieron una mayor sofisticación y un
mayor grado de desarrollo, así como que los pueblos cristianos, su desarrollo
fue menor y de menor nivel tecnológico.
En otro
estudio publicado en la revista Vínculos de Historia, en el año 2014, sobre la
conflictividad en los reinos hispánicos en la Baja Edad Media, y en concreto,
sobre la conflictividad social, Ricardo
Córdoba de la Llave, nos da una visión sobre los conflictos centrados en
Andalucía, Aragón y País Vasco, como regiones más “conflictivas”. Muchos de los
enfrentamientos como se indicaba al principio, fueron por el poder. Y por ende,
las manifestaciones y luchas tanto en sentido vertical (señores y campesinos,
grupos mayoritarios y marginados, grupos excluyentes y excluidos, etc.) y de
carácter horizontal (de una misma clase social, lucha de bandos, señoríos
territoriales y usos del agua, señoríos urbanos y señores de la tierra). Y
entre ellos, los pleitos surgidos con motivo del control y reparto de agua
entre regantes de las mismas acequias o norias, entre propietarios de molinos y
huertas, con conflictos por el control del agua de las fuentes y de su uso
urbano. Concluye el autor que el tema de la conflictividad aún tiene mucho
recorrido en materias urbanísticas y control y uso del agua y explotación y
preservación del medio ambiente.
Como los
conflictos que se generaron en una ciudad musulmana por antonomasia por el
control del agua, aunque las soluciones adoptadas para el almacenamiento de
agua tuvieron consecuencias de índole drástica.
El
caso de Estambul
Cruzando el continente, visitamos un enclave
fundamental para los turcos, como fue Constantinopla, en la frontera entre
Europa y Asia. Allí nos dirigimos a un palacio, que no fue presidencial como el
palacio Topkapi, sino a un palacio sumergido en agua. Un gran depósito. Una
gran basílica. Ambas cosas. Los primeros almacenamientos como tales, en forma
de depósitos de acumulación de agua para cuando se necesitara su uso, se dieron
en la Edad Media, y dicho depósito de agua evitó la limpieza regular del
sistema de alcantarillado. Por lo tanto, condujo a la primera gran epidemia de
peste bubónica.
Un ejemplo muy significativo de almacenamiento de
agua, lo encontramos en la actual Estambul, con la cisterna de Yerabatan. Construida
con los escombros de los formidables templos paganos condenados por el
cristianismo, hoy en día, se la conoce como Basílica – Cisterna,
Cisterna de la Medusa o Palacio Sumergido. Se
construyó en la época del emperador bizantino Justiniano I. Era la mayor de las
60 cisternas de Bizancio en el año 532 d.C. Tenía una capacidad entre 80.000 y
100.000 m3, mediante un bosque de 336 columnas de mármol de 9m de altura,
dispuestas en 12 filas de 28 columnas, separadas entre sí unos 4,8 m. En la
base de 2 columnas podemos detenernos a contemplar las 2 cabezas de medusas mitológicas.
Según la mitología griega, Medusa es una de las tres gorgonas del mundo
subterráneo. Con serpientes por cabellos, tenía el poder de petrificar a quien
la miraba. Y se solía representar a estas medusas como elementos de protección
de los edificios importantes. Es por ello que están representadas desde el
mundo romano en dicha basílica – cisterna.
Esta cisterna fue construida con un nivel
científico-técnico decadente, como el resto de la ciencia y estilo de vida de
la Roma Aeterna. La gran epidemia de
Peste Negra en Constantinopla fue contemporánea a la construcción y uso de
estos depósitos. Podríamos decir que fue el nacimiento de la miseria técnica
medieval, es decir, el momento en que la ingeniería romana murió, para no ser
superada hasta la actualidad. El problema fue que al almacenar el agua, que no
era habitual en la Edad Media, se dejó al enorme sistema de alcantarillado de
Estambul en una pésima condición sanitaria, y fue un nido de ratas y excelente
caldo de cultivo para la propagación de la bacteria Yersinia pestis. Las
ratas y sus pulgas infectaron a los seres humanos con la terrible enfermedad
que diezmó a la población europea durante siglos.
Hay que decir que los otomanos dejaron de usar la
Basílica – Cisterna después de la Conquista de Estambul, debido a una creencia
islámica, que indica que el agua que no fluye no es limpia y pura. Y por lo
tanto el agua almacenada entre las columnas de la cisterna se usó para regar
los jardines del Sultán, del Palacio Topkapi.
Es por ello que tanto en la
península ibérica como en el lejano oriente, los estudios y trabajos sobre la
gestión del agua están vinculados a los conflictos y problemas que se
plantearon en esa época, al igual que las soluciones, alternativas y normas reguladoras.
No debemos olvidar que a lo largo de la historia las sociedades se han asentado
cerca de los cursos fluviales, puesto que como hemos visto el agua es vital
para la vida (regadío, abastecimiento, fuerza motriz, elemento defensivo, …) y
un bien estratégico y de poder. Y como debido a mejorar el sistema de
abastecimiento con el almacenamiento de agua, se produjo un problema mayor en
el sistema de saneamiento de la ciudad fronteriza, y con ello, una epidemia que
aún hoy se recuerda, por su virulencia decenas de siglos después. La muerte
llegó como consecuencia de una mala gestión del recurso básico, como
consecuencia de una praxis sin prever sus consecuencias para la sociedad.
La siguiente etapa de nuestro viaje
tiene un protagonista: el Renacimiento. Viajaremos a la bella Italia para
conocer cómo la gestión del agua provocó un auténtico renacer en la sociedad, y
como desde la penumbra de la Edad Media, se atisbaba un cambio radical en la
mentalidad y en la forma de pensar.