domingo, 21 de septiembre de 2014

Confesiones a media voz



Confesiones a media voz

Sin querer menospreciar a los barítonos, tenores y sopranos – en el Teatro Real les encontrarán por un módico precio – acierto a imaginar que estas confesiones requieren la templanza del vino añejo, la solera del brandy Centenario o la sinceridad de Cyrano – el poeta de Bercerac que sin ser agraciado conquistaba a las damas por su lengua, o mejor dicho, por su prosa y por su rima.

Sin querer compararme con su prominente…capacidad de olfatear cuando unas buenas letras, traerán consigo algunos aplausos del respetable, bajo el tono de luz, me sumerjo en las sombras que ella proyecta sobre mi memoria, y me zambullo en contarles cómo y porqué un ángel bajó del cielo un 12 de septiembre.

Sin querer enfriarles la cena, les centraría el debate lanzando un dardo con forma de boomerang sincero hasta su corazón, para decirle cuánto significa para este humilde trovador apasionado: su delicada sonrisa, su dulzura al hablar, su manera de convencer al prójimo, y sobre todo, su manera de afrontar los retos que la vida – a veces la vida te pone entre las cuerdas a punto de tirar la toalla – fue sembrando en su largo caminar.

Sin querer que se emocione de veras, …le contaría cómo su llanto impregnó mi llanto, cómo su ayuda me levantó tantas veces, cómo su aliento lo tengo fresco en el cogote, cómo su belleza emulsionó mi canto, cuando cuál sirena varada en la orilla del mar, esperaba – paciente – que su hija pequeña abandonara el altar, de manos de este letrista, que a veces sueña con ser ingeniero, un poeta que solo intenta completar su familia para que – cuando cae la tarde – reconocerse en el espejo de la verdad.

Sin querer alargarme en exceso, le suplicaría que ahorita no vaya a cambiar, que no deje de querer a esta pareja de almas viajeras, que con denuedo ansían formar un trío, sino el destino le tiene un as en la manga y una doble pareja caiga en el tapete de la familia feliz, anunciando por megafonía en estéreo, que ésta abuela, su Abuela María quiere dedicarles un beso, que su abuela Maruja ansía robarles una sonrisa, y que una abuela llamada Mª de los Ángeles se deslizó del cielo, para a todos los presentes, hacernos la vida más fácil y más alegre; más dulce y más sabrosa; más ordenada y más sensata; más ahorradora y más prolongada.

Sin querer decirlo… pero queda dicho, si quererla supone un tropiezo en el camino…si quererla predispone un desvelo constante…si quererla augura un futuro compartido y apasionante…he de confesar que la quiero. He de confesar que…desde siempre la he querido….desde que mi guitarra se cruzó en su silencio, desde que mi voz pidió consejo, desde que mi memoria guarda recuerdo, desde que mi llanto almeriense sonó a desconsuelo…desde hace ya tanto tiempo.

Sin querer que suene travieso…he de confesar lo que confieso y ahora que lo pienso, he de soñar un recuerdo de tanto tiempo…aquella tarde que sin quererlo, a Sevilla fue a acompañar al mozuelo de la moza enamorada…resulta que esas lágrimas ahora traen estos océanos de emociones compartidas, de sincera palabrería…para expresarle en el día de su día, ¡Cuánto te quiero, Maruja mía!.

                            Siempre estaré a tu lado,  
        
12 de septiembre 2014

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