Arte
Frank Gehry: «La austeridad forma parte intrínseca de mi ADN»
Día 08/05/2014 - 17.40h
El arquitecto que dio vida al Guggenheim de Bilbao fue premiado con el Príncipe de Asturias de las Artes por la relevancia y repercusión de sus creaciones
FERNANDO GÓMEZ
«Por la relevancia y repercusión de sus creaciones
en numerosos países, con las que ha definido e impulsado la
arquitectura en el último medio siglo». Por edificios que «se
caracterizan por un juego virtuoso con formas completas, por el uso de materiales poco comunes, como el titanio, y por su innovación tecnológica,
que ha tenido repercusión también en otras artes». Por un edificio
representativo de esta arquitectura «de carácter abierto, lúdico y
orgánico», como es el Museo Guggenheim Bilbao, que «además de su excelencia arquitectónica y estética, ha tenido una inmensa repercusión económica, social y urbanística en todo su entorno».
Por todo ello, un jurado,
presidido por José Lladó, e integrado por el duque de Huéscar, Carmen
Giménez, Enrique González Macho, Catalina Luca de Tena, Elena Ochoa,
Patricia Urquiola, Carlos Urroz y Miguel Zugaza, entre otros, otorgó
ayer el Príncipe de Asturias de las Artes a Frank Gehry, un arquitecto incuestionablemente fundamental en la historia de las cuatro últimas décadas del siglo XX, en la que idéntico peso juegan tanto sus luces como sus sombras.
«Me siento profundamente honrado por recibir este
prestigioso premio. España tiene un importante lugar en mi corazón y en
mi historia personal. Aunque soy de Canadá y de Estados Unidos, siempre
me he sentido en España como en casa. Es muy gratificante para mí formar
parte de la historia de este importante galardón», dice el arquitecto.
-¿Cómo ha recibido la noticia?
-Ha sido realmente una gran sorpresa. Ni siquiera tenía
idea de que era un candidato potencial a recibir este reconocimiento. Me
siento honrado. La entrega del premio coincide además con la fecha en
que está prevista la apertura del Centro de Creación para la Fundación
Louis Vuitton en París.
-Concluido éste, ¿qué nuevos proyectos tiene ahora mismo en marcha?
-Dos en Berlín. Un edificio en Alexanderplatz y una pequeña
sala de conciertos para la Baremboim-Said Akademie, que ya está
construyéndose. Éste es un proyecto que me hace particular ilusión.
-No puede decirse que la trayectoria de Frank Gehry esté cerrada. Sigue usted trabajando vigorosamente.
-Creo que de todas formas estoy en un lugar distinto al de
las generaciones más jóvenes. Trabajo pero no les presto demasiada
atención. A mi edad, quizá uno ya no tiene que preocuparse tanto de
hacerlo.
-De todas formas, ¿qué arquitectos jóvenes le resultan interesantes en este momento?
-Ésa es una pregunta algo comprometida. Me interesan mucho
Greg Lynn, Zaha Hadid, Rem Koolhaas, Thom Mayne, Kevin Daly... De entre
los arquitectos en España me resulta interesante Benedetta Tagliabue,
creo que tiene talento, aunque confieso que no estoy muy al tanto de sus
proyectos más recientes.
-Transcurridos
ya diecisiete años de la inauguración del Museo Guggenheim Bilbao,
¿cómo valora el impacto que este edificio ha tenido y su trascendencia?
-Sinceramente, ha resultado algo que no esperaba. Lo más
gratificante ha sido poder mantener una relación cordial con el equipo
con el que estuve trabajando durante aquel tiempo, y haber podido
regresar recientemente para una fiesta que el museo organizó por mi
cumpleaños. Durante ésta, me agradecieron por todos los beneficios que
el edificio ha logrado traer a la ciudad a lo largo de estos años; ha
generado mucho turismo. Me alegra mucho también saber que el ambiente
político se ha tranquilizado en estos años.
-Quedó entonces un vínculo sentimental fuerte con el edificio y Bilbao.
-Absolutamente. Me emocionó hasta hacerme llorar.
-¿Y cómo
valora el impacto, la influencia que el edificio ha ejercido a escala
global? El Guggenheim Bilbao se convirtió en un referente crucial tras
su construcción.
-Francamente, a mí me resulta muy difícil poder analizar mi edificio desde esa perspectiva.
-El
escenario mundial se ha transformado notablemente desde mediados de los
90. ¿Reconoce usted esa transformación? ¿La ha advertido de alguna forma
su arquitectura?
-Yo no percibo el efecto de la crisis en mi arquitectura.
Mis edificios siempre se han ceñido de manera muy rigurosa a los
presupuestos. El Guggenheim Bilbao se construyó sin que hubiera el menor
aumento respecto al presupuesto inicialmente establecido, y puede
decirse que para los parámetros actuales no fue en absoluto un edificio
caro. Crecí con una especie de conciencia socialista: la idea de hacer
cosas para ofrecerlas a la gente y creo que puede decirse que la
austeridad forma parte intrínseca de mi ADN.
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