CASA MOLINER
Arquitectura
con tintes literarios
En el año 2008, el estudio de arquitectura Campo
Baeza se encargó de una bella obra residencial
llena de lírica en Zaragoza, donde la luz y una
impoluta blancura unen tres espacios totalmente
diferenciados.
El objetivo de Casa Moliner –que recibe
su nombre de su promotor– era levantar
una casa para un poeta. “Hacer una
casa para soñar, vivir, morir. Para leer,
escribir, pensar”, expresa el arquitecto
Alberto Campo Baeza, mente de esta casa
escultórica. “Levantamos unas tapias
blancas –explica– para conseguir una
caja abierta al cielo. Como un jardín
desnudo y metafísico con árboles frondosos.
su nombre de su promotor– era levantar
una casa para un poeta. “Hacer una
casa para soñar, vivir, morir. Para leer,
escribir, pensar”, expresa el arquitecto
Alberto Campo Baeza, mente de esta casa
escultórica. “Levantamos unas tapias
blancas –explica– para conseguir una
caja abierta al cielo. Como un jardín
desnudo y metafísico con árboles frondosos.
Y flotando en el centro, una caja
con tres niveles: el más alto para soñar,
el del jardín para vivir, el más profundo
para dormir”, es decir, un estudio en
el primer piso, una cocina y salón en la
planta baja, y dos dormitorios con baño
en el sótano.
Para ello usaron los materiales “más
sencillos”, partiendo de una estructura
reticular de hormigón armado. Por su
parte, los cerramientos son de doble hoja
de ladrillo, y el edificio está perforado
por fuera y cuenta con hueco doble por
dentro. Por último, el exterior se encuentra
enfoscado y hay yesos en el interior.
Por una poética del espacio
Campo Baeza no evita citar a Bachelard
como una fuente de inspiración esencial
para Casa Moliner. En sus reflexiones
sobre el hogar, el filósofo francés incidió
en la importancia de su verticalidad y
en su jerarquización de espacios para
lograr la ensoñación, el camino al arte y
la creatividad. En este proyecto, esto se
traduce en una sencilla escalera en espiral
que desde el corazón del hogar aúna las
tres plantas.
“El cliente es un poeta –señala el arquitecto–
y el único requisito que pidió fue
una biblioteca que creo que se traduce
bien en ese soñar del que hablaba Bachelard”,
quien en su obra El aire y los
sueños escribía: “El verdadero poema
despierta un deseo invencible de ser releído,
no se acaba nunca de pensarlo”.
Así sucede en cierto modo con la lectura
de esta casa. A la verticalidad de la construcción
impacta una luz natural que se
funde con la blancura interna y externa,
color del que también es el abrazo de
hormigón que envuelve la casa. Éste
permite una privacidad necesaria en un
espacio muy diáfano gracias a su gran
cantidad de cristal.
Y es que hasta nueve ventanas ocupan
la casi totalidad de una de las fachadas
de la biblioteca, mientras que las cuatro
paredes que acotan la planta baja cuentan
con dos amplios ventanales, junto con
dos adicionales en los que se incluyen
las puertas. Pese a buscar una zona más
oscura y dramática en la planta inferior
de los dormitorios, ambos cuentan con
salida al exterior.
Soñar, vivir y morir
Seguramente el sótano sea la única
excepción en este concepto orgánico
que señalaba Bachelard en su teoría del
espacio. Así lo señala Campo Baeza, ya
que pese a ser la “cueva para dormir,
que es morir un poco, desde todos los
dormitorios se ve el cielo”. También desde
el exterior conectan con la casa, ya que a
través del jardín se adivinan sus ventanales
y puertas exteriores.
Por su parte, la planta baja, el “piano
terra”, hace grande lo pequeño con el
mecanismo de la transparencia, gracias
a la cantidad de cristal que la engloba y
que la conecta con el jardín con luz del
sur. Así la estancia deviene todo jardín,
con paredes transparentes que ponen en
continuidad el dentro y el fuera.
Este espaciose ocupa en su totalidad para vivir, a
diferencia de las plantas de la ensoñación,
la despierta y la dormida.
diferencia de las plantas de la ensoñación,
la despierta y la dormida.
“En cuanto un sentimiento se eleva en el
corazón humano, la imaginación evoca
el cielo y el pájaro”, diría Bachelard, a
lo que Campo Baeza respondería con
una biblioteca mucho más amplia que
cualquier otro espacio de la casa, donde
la libertad no encuentra fronteras ni
la imaginación, sombras. “Para soñar,
creamos en lo más alto una especie
nube. Es una biblioteca de doble altura
con un gran ventanal traslúcido. Tiene
luz del norte para leer y escribir, para
pensar y sentir”, cuenta el arquitecto
sobre sus planos.
Sencilla armonía
En ningún momento se optó por otro color
que no fuera el blanco, tanto por dentro
como por fuera. “Los tonos marrón y gris,
del vecindario no implican en este caso ninguna
‘preexistencia’. Más bien es el resultado
de una rutina”, reconoce el diseñador.
Los sistemas de ventilación e iluminación
son tradicionales pero “con sentido común
–según describe Campo Baeza–. Se preveían
boquetes en las esquinas superiores
interiores para producir ventilaciones cruzadas
que ayudaran al acondicionamiento
interior en verano. Igualmente, en la planta
de los dormitorios, se aprovecha la doble
orientación a patios ingleses para provocar
también una ventilación cruzada natural
por falso techo”. Todo ello tiene además
una previsión de calefacción por suelo
radiante en invierno y aire acondicionado
en verano. “Todo sencillo, todo con sentido
común”, incide.
Con todos estos elementos, el arquitecto
apela antes a una “cabaña” que a una sofisticada
vivienda. Y es que este hogar se ha
construido a partir de un concepto puro y
mínimo, un átomo que nace y se alimenta
de la literatura. “El mayor reto fue hacer
el máximo con el mínimo. Hacer de la
vivienda un ‘cielo en la tierra’. Una casa a
la que yo me iría a vivir”, reconoce Campo
Baeza. Sin embargo, y pese a compartir con
el poeta su calidad de creador, no es él quien
habita estas paredes, pensadas como un tributo
al escritor y al mundo literario. “Ésta es
la casa del poeta”, concluye el arquitecto.
Fuente: Revista Instalación y montaje en cocinas y baños (IMCB)
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