Cuando lea estas palabras, puede que no le queden ganas de mirar de soslayo su muñeca derecha, y ver qué hora marcan las manecillas, debido a que el tic tac se hará muy largo en el lugar donde fue a jugarse su última carta. Cada uno puede decidir si va a ir de farol o bien, con la mano que lleva, intentar sacar el cuello del agua que oprime el externón y a su vez los pulmones, agotando las reservas aéreas de un jugador inexperto en lides relojeras.
El caso comenzó con un buen trabajo de planificación. No debía de usar mis armas secretas, hasta que no fuera estrictamente necesario. Todo se encontraba milimétricamente detallado en el dossier de 100 páginas que redacté, con anterioridad a la operación "secreta" que se cernía sobre una mancha existente en Puerto Banús, una mancha que duraba mucho tiempo, y que era conveniente y necesario borrar de una forma limpia y excelsa. Con un grupo de ocho agentes, más apoyos logísticos - tanto profesionales como civiles - nos disponíamos a derrocar a la mayor banda de falsificadores de relojes de lujo de Europa occidental.
El reclamo en estas jugadas de ajedrez es crucial. Y en esta ocasión y por unanimidad, fui elegida para atraer la atención del jefe de la banda. Un escultural cuerpo amasado en muchas horas de gimnasio fue el pretexto de mis compañeros y compañeras, para que el solícito falsificador cayera en una trampa efñimera, así como mi nivel de alemán y de inglés, mezclado con el francés y el italiano. Era la perfecta diana de un dardo que debía de dar en el centro.
Y el dardo fue lanzado un caluroso día de julio. Durante la mañana, solía darme baños en el agua salada, paseando mis curvas con chapa oficial, por las narices de un tipo frío y tranquilo. Aunque todo cambió cuando coincidimos en las puertas de los servicios, en un chiringuito playero. Ahí saqué a relucir todas mis artes.Y todo comenzó con un What time is it, please?
A partir de ese momento, nuestra charla derivó en tipos de movimientos, calibres, materiales, coronas, alternancias, etc. y juraría que el nivel de mi oponente era considerable. Y entonces me fijé en su muñeca derecha y él me brindó la posibilidad de acercar dicha pieza a mi experta retina.
(continuará......)
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