Como
indicábamos al final del artículo anterior, vamos a iniciar una peregrinación
por el futuro, que comenzará en un presente y quizás regresemos de forma
puntual al pasado, para conocer cómo se fundaron las primeras ciudades, y cómo deberán
ser en un futuro próximo que está a la vuelta de la puerta.
Para
ello nos apoyaremos en urbanistas, arquitectos, ingenieros, ecologistas, y
demás especialistas que nos pongan el dardo en el centro de la diana, y como
comentaba en un artículo sobre las herramientas para una gestión eficaz del agua,
incidiendo en el cálculo y minoración de la huella hídrica
a la hora de producir alimentos o ropa, por ejemplo, en base a lo argumentado
por el profesor Arjen Hoesktra, de la Universidad de Twente, en los Países
Bajos, creador del concepto de WATER FOOTPRINT, y como otro pilar básico, la
economía circular, debido a que si queremos hacer un uso
responsable del agua, y sobre todo a la hora de producirla y gestionarla,
deberíamos introducir con calzador este concepto en cada uno de los procesos
que engloban la gestión del Ciclo Integral del Agua, desde la captación de la
misma en las fuentes naturales hasta la reutilización una vez depurada el agua
que usamos, puesto que no podemos pensar que con el mero hecho de depurar las
aguas residuales estamos cumpliendo con este precepto (es lo que se debería
exigir por todos en todos los casos, sin excepción) que debe de estar en la
mesa de los ingenieros que diseñan una bomba, que planifican una Estación de
Tratamiento de Agua Potable, cómo afecta un nuevo depósito regulador de una
ciudad o cómo podemos reutilizar los residuos que generamos en el proceso de
mantenimiento y conservación de Estaciones de tratamiento o depuración y/o las
redes de abastecimiento o alcantarillado, convirtiéndolos en nutrientes
tecnológicos, en lugar de mero desecho que no tiene ningún valor,
haciendo una auténtica valorización de los mismos que pongan en valor aquello
que eliminamos sin darle una nueva vida. Es la suma de estas herramientas, huella
hídrica, economía circular y nutrientes tecnológicos y otras que iremos
desgranando, lo que nos permitirá hacer de nuestras ciudades un lugar donde los
habitantes quieran vivir y donde probablemente siendo más felices vivan más
sanos durante más años.
Y
para centrar el tema nos remontamos al año 1925, cuando a un joven arquitecto
francosuizo pionero de la arquitectura moderna, de menos de 40 años llamado Charles-Edouard
Jeanneret Gris, más conocido por LE CORBUSIER, el seudónimo que adoptó unos
cinco años antes, le plantearon la siguiente cuestión ¿Cómo mejoraría la
vida de los ciudadanos de la RIVE DROITE parisina? A lo que
contestó: “Derribaría las viviendas, estatuas y calles de buena parte, y
construiría 18 torres acristaladas de 200 metros de altura iguales, separadas
unos 400 metros entre sí, divididas por extensiones de césped para los peatones
y autopistas elevadas para los coches”, y sentenciaba cuando arreciaban las
críticas: “el progreso se alcanza por la vía de la experimentación, la
cuestión se dirimirá en el campo de batalla de lo «nuevo»”.
Porque
en la experimentación de lo nuevo, en la búsqueda de nuevas soluciones,
llegaremos a la difícil resolución de la ecuación planteada. Máxime en un
momento en que todos los presagios apuntan a que en el año 2050 la población de
la Tierra estará en una horquilla entre 9.800 y 10.000 millones de habitantes,
con un 70% de los mismos habitando en las ciudades. En base a cómo hagamos y
construyamos nuestras ciudades ahora y dentro de 30 años, podremos garantizar
los suministros básicos como el agua, energía, alimentos, etc.
Por
ello vamos a iniciar esta peregrinación hacia lo más innovador, hacia las
soluciones que plantean verdaderos visionarios como Le Corbusier, en un siglo
XXI atenazado con verdaderas contradicciones y dilemas como el cambio
climático, las migraciones, las guerras por el agua y materias primas, las guerras
por ideas religiosas, las huidas hacia zonas menos afectadas por los desastres
naturales, aumento de sequías e inundaciones no experimentadas en cientos de años,
y cuando, finalmente todos tengamos que remar en la misma dirección, puede que
sea demasiado tarde.
En
el mismo artículo comentado con anterioridad, citaba un documental realizado
por el cineasta británico Peter Weber y documentado y dirigido por Sthepen
Emmot, catedrático en Oxford y director del Microsoft Research de la
Universidad de Cambridge, titulado “ten billions” (Oxford Productions) donde se
planteaba si era sostenible un mundo donde un crecimiento demográfico tan
incontrolado y donde el 70% del agua que se produce a nivel mundial, se dedica
aún hoy día a la agricultura. Queda mucha tarea para voltear esta situación que
casi en el año 2020 no tiene sentido que una modernización y mejora de los
sistemas productivos no provoque un aminoramiento de las necesidades hídricas.
Y aquí vendría ideal aplicar en todas las plantaciones del mundo el concepto
riguroso y ecuánime de la HUELLA HÍDRICA, para testar de primera mano y auditar
cómo este sector productivo aún tiene un camino largo que recorrer para
alcanzar cotas de rendimientos deseables y ahorros hídricos que se podrían
dedicar a otros usos.
Para
poner negro sobre blanco cuáles serían las medidas y/o principios que regirían
las ciudades del futuro presente, National Geographic pidió consejo al despacho
de arquitectura SOM (Skidmore, Owings y Merrill), autores de obras como la UN
World Trade Center de Nueva York, de 541 m de altura o de la BURJ KHALIFA, el
edificio más alto del mundo con 828 m de altura, no dudaron en plasmar sus
ideas que resumimos brevemente y que iremos detallando en futuros artículos.
A)
Urbanizar por ecología
B)
Protección de las fuentes de agua, en cuanto a la
captación, tratamiento y reutilización
C)
Usar el mayor porcentaje de energía renovable
D)
Construir ciudades más densas
E)
Hacer que los residuos sean recursos utilizables
F)
Producir alimentos de forma local y sostenible
G)
Los trenes de alta velocidad provocan una alta
movilidad y mejoran la vida de las personas
H)
Aumentar la cultura y el patrimonio de población
diversa con ayudas públicas
I)
Apostar por un incremento de la economía online y
automatizada
Aquí
tenemos ya unos serios principios por donde apuntar nuestras flechas porque
todo está íntimamente relacionado con la gestión de los recursos básicos, la
energía, el suministro de agua, la minimización de las emisiones de carbono, el
empleo de energías alternativas, conceptos como el de gentrificación,
densificación, etc. nos vienen a poner de relieve que ciudades como Detroit y
Copenhague, con similar población, tienen una superficie muy distinta, siendo
la primera de 370 km2 y la segunda de unos 88,25 km2, es decir, unas 4 veces
menos, provocando que el consumo de combustible de los vehículos o de los
transportes públicos sea mucho mayor, así como las emisiones de CO2, por poner
un ejemplo.
Afianzaremos
estos conceptos en próximos artículos para desentrañar los verdaderos desafíos
que tienen las ciudades del futuro próximo. Los desafíos que tenemos todos los
que habitamos en este mundo. Los desafíos que la naturaleza nos presenta de
forma continua y a veces, de forma muy imprevisible, o quizás no tanto. Veremos. Aunque hay una voz acreditada de la
Universidad de Harvard, Steven Pinker, que en su libro publicado
el año pasado, “En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia,
el humanismo y el progreso” defiende que viviremos más años, cuando la
salud nos acompaña, siendo más felices. La solución de los problemas los
encontramos en el ideal de la Ilustración:
El uso de la razón y la ciencia. El psicólogo cognitivista evalúa la
condición humana en el tercer milenio y nos insta a ver con otra perspectiva
los titulares alarmistas y diversas profecías. En el título del libro
encontramos las respuestas y herramientas que necesitamos para afrontar los
problemas y continuar con el progreso, en todo el mundo.
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