domingo, 23 de noviembre de 2014

LAS ESQUINAS DEL MAR

En el bravoso mar de la vida, que a veces golpea contra todo pronóstico en las simas del alma, y otras acaricia suavemente un recuerdo, hay esquinas que no debemos girar, ni siquiera para asegurarnos de quién puede esperarnos tras la sombra.

Existen viejos amigos que se aliaron con tu mejor amiga, aquellos viejos maestros convertidos en sabandijas de la corrupción, e incluso novias que perdieron el título en una noche loca junto a la Music-Box tras atragantarse de heavy metal y de tequila, mientras tus boleros en forma de súplica, no tenían ni la más mínima oportunidad de oírse en 100 kilómetros a la redonda. También es posible que un antiguo jefe ande rondando alguna esquina, suplicando a todos los santos porqué no tuvo más paciencia con ese trabajador afable que sólo quería aprender y aportar su pequeño granito de arena.

Lo que ocurre en este mar, inhóspito a veces, sereno en otras ocasiones, es que siempre puedes encontrarte con sorpresas. En el real y tangible, hay días que atunes de 150 kg otorgan notoriedad y premios al que lo calza. Y en otras ocasiones, los tsunamis golpean en la conciencia de los desilustrados políticos, ingenieros y arquitectos que construyen sin memoria colectiva, y sin atisbo de dejar un m2 de superficie sin cementar, como bien indicó en su día mi admirado Arturo Pérez-Reverte.

Pero en la línea recta - a veces con muchas curvas que afrontar - de nuestra vida, la estela que vamos dejando en dicho mar vivido, nos obliga a doblar gustosos esos puntos de inflexión que vienen a aportar la espuma: los amigos fieles, las esposas más fieles aún, los compañeros de trabajo que quisieras frecuentar después de las campanadas, los profesores que edulcoran tu alma, y siguen comprometiéndote intelectualmente, porque un día cierto comentario te hizo removerte en tus entretelas y sacar lo mejor de tí, mientras que la familia suaviza la tirantez de la esquina, te acomoda tu espíritu y te acerca a la esperanza y al amor, para que te agarres a ellos y puedas avanzar sin riesgos, sin icebergs que evitar, y sobre todo, con la convicción de que la estela de ese buque, debe de ser tan limpia como inocente es la mirada de un niño, tan honesta como lo es la sonrisa de un anciano cuando recibe su medicamento en forma de abrazo sentido, y debe de ser lo más sincera posible, como un beso entregado sin esperar nada a cambio.

En ese mar, el mejor capitán no tiene barco, y el mejor amarre seguirá siendo tu familia, seguirá siendo tu acompañante, seguirá siendo tu aventurera esposa, seguirán siendo tus amorosos hijos, seguirá siendo ese amigo que nunca falla, en definitiva, ese amarre serán aquellos a los que un día, enseñándoles tus brazos les dirías: "aquí tienes mis brazos, y los tendrás siempre, para lo que necesites".

Porque para ésos, precisamente, para esos amarres, este mar no tiene esquinas.


(En el Día Internacional de la Palabra, mis palabras van dedicadas a aquellos que día tras día, a pesar de todas las contrariedades en el agreste mar de la vida, siguen mostrando su brazos a los peces que quiere).

Entrevista a Antonio Muñoz Molina, en El Cultural

Antonio Muñoz Molina: "Los decentes que miran hacia otro lado agravan el desastre"


El próximo martes 25 aparece la nueva novela de Antonio Muñoz Molina, Como la sombra que se va (Seix Barral), centrada en la muerte de Martin Luther King y en la vida de su asesino, James Earl Ray. Memphis, Lisboa e internet han sido determinantes en su escritura, aunque no tanto como su propia vida. El escritor nunca había tenido tan claro el peso de lo concreto y lo literario que resulta lo real. De todo esto hablamos con esa tranquila lucidez tan suya.






Dice Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) que como él no escribe en el desierto ni dentro de un frigorífico, sino “en medio de la vida”, la vida le va comiendo el terreno como una bacteria en el proceso narrativo y se va imponiendo cada vez más en sus novelas. La que ahora publica, Como la sombra que se va, está totalmente contagiada del virus de vida de Muñoz Molina. Es la historia de un asesinato, el de Martin Luther King, y la de su asesino, James Earl Ray, pero para ello ha necesitado una inmersión bíblica con todas las de la ley (también la hubo en El jinete polaco), un viaje a Memphis y otro a Lisboa; horas y horas de internet y, ya digo, vida propia a raudales.

La ventaja de ser dueño de una biografía literaria tan extensa y copiosa ya como la de Muñoz Molina -30 años, 25 libros- y de tener la actualidad marcada con su frecuente presencia en la prensa es que no es necesario explicar el tono monocorde y el sentido común que imprime el escritor a todo lo que dice, la sencillez y claridad con las que habla, su tranquila lucidez. Pero sí conviene aclarar que viene de pasar un año eufórico, que ha vivido en la novela con tal intensidad, y ha sido tanta la autosuficiencia que le ha proporcionado esta vez su vocación de escritor, que ahí se las den todas. Porque esa especie de epifanía, de salvajismo total y la alegría inmensa que sintió, todavía colean.

- ¿Cuándo y por qué empezó a intuir que la vida de Luther King y, más propiamente, la de su asesino serían la sustancia de su nueva novela?
- Siempre me ha fascinado el movimiento de los derechos civiles de Estados Unidos porque tienen mucho que ver con mis propias convicciones políticas, con mi idea de cómo cambiar el mundo y todo eso. Pero hace unos cinco años, leyendo un libro sobre el asesinato de Luther King , me topé de pronto con un pasaje en el que el autor cuenta que Ray, el asesino, había estado diez días en Lisboa. Me sorprendió mucho, me conmocionó esa conexión extraña con Lisboa, y escribí un artículo sobre eso, sobre de dónde proceden los libros, porque desde el principio pensé que ahí había un buen cuento.

Pero pasó el tiempo y pasaron muchas cosas, entre otras, la concesión del premio Príncipe de Asturias. Y viajó a Lisboa, a pasar con un hijo suyo el día de su cumpleaños. “Hay que ver, 26 años ya, y ví de pronto el arco de la vida, y no solo de la vida, ví el arco de la propia creación literaria, porque hacía 26 años que yo escribí El invierno en Lisboa, la novela que me cambió la vida. Y el círculo empezó a cerrarse, comenzaron a cruzarse las ideas, y vi claro que tenía que empezar a escribir Como la sombra que se va. Porque las novelas casi nunca salen de una sola idea. Siempre hay una especie de conjunción de señales que se cruzan.


No compadezco a Earl Ray. Lo único que tenía en la vida es que se sentía por encima de los negros"
Hay un capítulo en la novela, el penúltimo, que el escritor no tenía previsto hasta que no fue a Memphis. Un capítulo -cuenta ahora- escrito desde el punto de vista de MLK y para sumergirse en lo posible en su conciencia, aparte de escuchar sus discursos, Muñoz Molina volvió con mucho detenimiento a la Biblia. “El mundo de Luther King es inseparable de la Biblia. Los derechos civiles están empapados del lenguaje bíblico, de metáforas bíblicas y las cosas están vistas a través del filtro narrativo de la Biblia. El último discurso, días antes del asesinato, habla del sermón de la montaña y lo que hace en realidad es citar el Deuteronomio, cuando Dios le habla a Moisés de la tierra prometida, que nunca llega a conocer. En fin, yo intuía que tenía que encontrar un título que saliera de la Biblia, y leyendo los Salmos, que son una cosa tremenda, me topé con este: “Mis días son como la sombra que se va y como la hierba que se ha secado”. Y supe que ya lo tenía.

Con simpatía pero con falta de interés. Así cree el escritor que hemos visto siempre aquí la figura de MLK. “Es comprensible. Cuando vives en una sociedad que no está marcada por el conflicto racial, es muy difícil entenderlo. Aquí no sabemos lo que es. La parte fascinante es ver cómo, utilizando la ley y por medios pacíficos, más aún, con una no violencia activa, de pronto la gente tiene un gesto de dignidad y decide que se va a rebelar, y además lo hace en una condiciones terribles. Fue extraordinario ver cómo a mediados de los 50 el gobierno Federal estadounidense se impuso e hizo cumplir la ley. Porque lo decía la ley y ellos estaban allí para hacerla cumplir”.

El pecado original del racismo

Después de leer Como la sombra que se va, lo sabemos casi todo del asesino Ray. Sabemos que olía a desodorante y a brillantina, que dormía mucho, que leía todos los días dos periódicos y el semanario Newsweek, además de muchos libros; que era olvidadizo, que escribió más de 400 cartas desde la cárcel, que se conservan en el archivo de la Boston University; que escribió mientras estaba preso dos autobiografías... Tal convivencia con el asesino le ha provocado al escritor el deseo de saber más, incluso qué pensaba, qué soñaba.

- ¿Cómo ha ido cambiando su percepción? ¿Ha llegado a comprenderlo, a perdonarlo?
- No. No. Hombre, hay que hacer el esfuerzo de ver a la gente en sus propios términos y gracias a la inmensa documentación sabemos que fue un personaje con una vida espantosa desde que nació. Se dice que comprenderlo todo es perdonarlo todo. Pero no. Creo que no le compadezco. Porque tenía ese terrible pecado original del racismo, que a mí me parece terrible. Ray pertenecía a esa clase tremenda que los americanos llaman “white trash”. Son esas gentes pobres de raza blanca que lo único que tenían en la vida es que estaban por encima de los negros.

Lo literario que es lo real

Como la sombra que se va le ha servido además al narrador para reflexionar sobre la naturaleza de la novela desde sus propias tripas, y su tránsito particular de una novela más juvenil cuyo ejemplo claro es El Invierno en Lisboa y esta otra en la que ya ha descubierto lo literario que es lo real, “lo estrictamente real”, recalca. “Porque la novela se hace -insiste- con todo lo que se sabe y todo lo que no se sabe, y me resulta fascinante la reflexión sobre el peso de lo concreto, en este caso el detalle de qué libros leía Ray, qué llevaba en la maleta cuando huyó...”

En España todavía no se tiene asumido que no hay democracia sin el respeto a la minoría, a la soledad"
Todo eso lo encontró en internet, sin el cual el libro habría sido imposible. Más que eso: la novela procede de la abundancia y facilidad de las fuentes originales que tenemos en internet, especialmente a raíz de l apertura de los archivos del FBI. “Entrar de pronto en una página de internet y ver que allí estaba todo me produjo auténtico temblor. Ver los originales escaneados del informe forense, escuchar las voces... Por ejemplo, dí con un reportaje en la que una periodista portuguesa contaba que había hablado en 2006 con la prostituta con la que estuvo Ray en Lisboa, una mujer ciega que vivía rodeada de tortugas, de pájaros, de perros y gatos, en una barriada pobre de Lisboa. Eso, por ejemplo, ¿quién se lo inventa? Ahí está lo concreto, tan fundamental en una novela. Sí, porque la imaginación es muy limitada.

-Por eso dice su narrador que la imaginación narrativa no se alimenta de lo inventado sino de lo sucedido.
- Sí, siempre ocurre esto.

- Pero no tanto como ahora, ¿no? Hoy la ficción y la no ficción se confunden, se mezclan, se diluyen en el mismo proceso creativo...
- Sí, siempre ha sucedido, desde el Quijote. La novela siempre ha jugado con hacerse pasar por realidad, o con confundir al lector acerca de la naturaleza de lo que se está contando. No olvides que Robinson Crusoe se presentó originalmente como un testimonio real, no como una novela. Y lo mismo, mucho antes, el Lazarillo. A eso hay que añadir la importancia del gran periodismo narrativo en el siglo XX, que es literatura y ha tenido un gran influjo sobre ella: Chaves Nogales y Pla en España, los grandes americanos, no solo Truman Capote, sino en el Hiroshima de John Hersey, que es mejor literatura y mejor periodismo. O piensa en lo que hace en Francia Emmanuel Carrère, o lo que hizo Patrick Modiano en Dora Bruder. Creo que hay un flujo continuo entre la ficción y la no ficción, aunque también creo que deben marcarse muy claramente los límites. No ficción implica rigurosamente no inventar. Desde el momento en que inventas, por poco que sea, el resultado final es ficción.

Los canallas y los decentes

“De nuestro siglo XX no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de los justos” (Martin Luther King).

-¿Comparte esta afirmación?
-Esa frase, que es el resultado de una amarga experiencia personal, por desgracia puede aplicarse en muchas circunstancias. Porque están los canallas, pero están también las personas decentes que miran a otro lado, o prefieren callar, o no señalarse, y con esa pasividad agravan el desastre.

-¿Está usted también apesadumbrado por todo lo que está pasando?
-Sí, pero yo no quiero dejarme llevar por el nihilismo, ni por esa especie de impulso apocalíptico que se está dando ahora. Creo que hay que actuar con racionalidad, con pensamiento crítico, ser pragmático, y creo que no debemos caer en la exasperación. Comprendo perfectamente que haya gente que, con razón, caiga en ella, pero veo mucha hipocresía en los más catastrofistas, cuando muchas veces son ellos los más privilegiados.

También hay gente valerosa, piensa después en voz alta Muñoz Molina. Fíjate en Javier Cercas. “La dignidad con que un novelista de la posición de Cercas hace explícitas sus ideas y opiniones me parece admirable. Yo creo que en España todavía no se tiene asumido que no hay democracia sin el respeto a la minoría, y no solo a la minoría, también a la rareza, a la singularidad, a la soledad. El problema es que en España la gente no dice lo que piensa.

-¿Y por qué cree que es?
-Supongo que por esa hipocresía. En España decir lo que se piensa se confunde con hablar con grosería. Sale uno insultando y gritando por tv y se dice ‘este tío es auténtico, este dice la verdad'. Creo que en este aspecto otras sociedades son más avanzadas que nosotros. Vivimos en una sociedad democrática y no pasa nada por decir lo que se piensa.

Entrar en los archivos del FBI en internet me produjo temblor. Ver los originales, escuchar las voces..."

Herramientas defectuosas

-Quizá la gente no quiere líos. Y decir lo que se piensa a veces ocasiona problemas.
-Las personas de mi generación que todavía conocimos el franquismo, nos acordamos bien de cuando no había libertad de expresión. Y a una cosa que yo no voy a renunciar nunca es a esa libertad de expresión, porque conozco la diferencia. Y ahora parece que mucha gente la desconoce. Pero, ojo, que la libertad si no se usa, se pierde.

- ¿Por qué nos resulta tan difícil entablar debates serios y sosegados sobre asuntos políticos?
- El problema es que nuestras herramientas para conocer la realidad y tomar decisiones racionales y eficaces sobre ella son muy defectuosas. ¿Dónde están los datos precisos que nos permitirían entender y juzgar lo que nos sucede? ¿Y dónde hay ámbitos de debate verdadero, que sea útil, del que se puedan derivar decisiones? Todo es palabrería. Muchas frases y muy pocos números. Muy poco sentido práctico. Ninguno de los problemas que tenemos puede resolverse sin grandes acuerdos democráticos sobre cuestiones básicas, entre las fuerzas políticas, entre ellas la reforma radical de su propio funcionamiento. Me gustaría que fuera posible aplicar a la vida política una parte del sentido común que casi todo el mundo aplica a su vida personal.

-He leído que le gustan los excéntricos. ¿Qué resulta hoy más excéntrico, apoyar las tesis de Podemos o cuestionar sus planteamientos?
-Hay una cosa terrible en España, y es que de golpe se vuelve difícil y hasta peligroso no acatar las unanimidades obligatorias.

Le pregunto a Muñoz Molina si no teme que el hombre de pensamiento que hay en él se vaya comiendo poco a poco al novelista, y contesta rotundo que no, porque “a mí lo que más me gusta en la vida es la novela. Ahora bien, la novela llega o no llega. La novela es irracional. Yo no sé si voy a escribir otra novela. Nadie lo sabe. Ni si sí, ni si no. Cuando Philip Roth dijo que no volvería a escribir otra novela, me hizo pensar. ¿Y cómo lo sabe? Porque yo nunca lo sé”.

Fuente: EL CULTURAL.ES 

viernes, 14 de noviembre de 2014

NUEVO LIBRO DE ARTURO PÉREZ-REVERTE

Perros e hijos de perra

«He tenido cinco perros. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra.»

Perros de presa adiestrados por gente sin escrúpulos, un chucho mejicano tuerto y digno, el fila brasileño que no era un asesino, Jemmy y Boxer, que cruzaron el Valle de la Muerte con la Brigada Ligera, el perro flaco y bastardo de la batalla de Rocroi, o Sherlock, el teckel de pelo fuerte y sólidos silencios, son algunos de los protagonistas en los artículos escritos por Arturo Pérez-Reverte entre 1993 y 2014 que se recogen en esta antología, ilustrada por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau.

«Ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.»
Arturo Pérez-Reverte

 

 

 

 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Alvar Aalto, un maestro del siglo XX

En el número 164 de la revista Arquitectura y Diseño, encontramos un reportaje sobre uno de los grandes arquitectos del siglo XX. ALVAR Aalto. Vamos a desgranar aquí las pinceladas más interesantes del mismo, elaborado por Rafael Hernández.

* Aalto fue uno de los máximos exponentes del siglo XX.

* Fue un arquitecto "humanista", descendiente de los renacentistas.

* Vitra va a exponer la obra de este genio, hasta febrero del año 2015.

- Alvar Aalto expresó que el funcionalismo convertido en pura expresión formal NO era la razón de ser de la arquitectura.

- Tampoco la ARQUITECTURA DE PRODUCCIÓN, en serie y fría y deshumanizada, que se extendía por Europa a mediados del siglo XX.

- Aalto creía en la ESTANDARIZACIÓN pero criticaba las presiones (véase TRADICIÓN, ESTILO ó NORMATIVA) que oprimían cualquier proceso creativo de cualquier obra.



- Criticaba el "Diseño uniforme", que resolvía de una tacada todas las miles de decisiones de cualquier diseño.

" El mejor comité de estandarización es la naturaleza, pero esta aparece casi exclusivamente en sus unidades más pequeñas, las células. Ello da como resultado millones de combinaciones elásticas en las que no hallaremos formalismo alguno", A. Aalto.

- Las características más profundas y fundamentales de su arquitectura fueron: VARIACIÓN Y CRECIMIENTO, que le obligaban a enfrentarse a los rigores del estilo y la norma.

- Dedicó muchas energías a lograr una evolución de la ARQUITECTURA hacia entornos más amables para los "usuarios" (de ahí su "humanización"); Estudió los comportamientos y reacciones de las personas a las formas arquitectónicas, tipos de iluminación, investigó los materiales para tratar de hacerlos evolucionar hacia lo que llamaba el HUMANISMO DE LA ARQUITECTURA.

- Defendió el concepto de Arquitectura Moderna, cuando el "racionalismo" languidecía.

- Propuso una nueva era de la arquitectura donde esta proyectaría los métodos racionales desde el ámbito técnico al terreno psicológico y humano.

- Su Coherencia y su grandísima obra de extrema calidad le valieron su consideración de MAESTRO junto a figuras clave del siglo XX, como LE CORBUSIER, MIES VAN DER ROHE o WALTER GROPIUS.

FRASES CÉLEBRES

- "LO QUE DICE UN ARQUITECTO DEBE IMPORTAR UN COMINO; QUE NO NOS ENGAÑE CON  BELLAS PALABRAS, LO IMPORTANTE ES LO QUE HACE"

Nota del blog: Si cambiamos la palabra arquitecto por político, también tendría un extraordinario sentido...y más aún en los tiempos que corren.

- "LAS FLORES DEL MANZANO SON ESTANDARIZADAS, PERO CADA UNA ES DIFERENTE. ASÍ DEBERÍAMOS CONSTRUIR".

 



 









viernes, 7 de noviembre de 2014

BERNINI, EL HOMBRE DE MÁRMOL

Bernini, el hombre de mármol

Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la Corte española

Museo del Prado. Paseo del Prado s/n. Madrid. Hasta el 8 de febrero.

El próximo jueves el Museo del Prado presenta la primera exposición que se celebra en España de Bernini, uno de los más grandes y polifacéticos artistas de la Roma barroca. Comisariada por Delfín Rodríguez, la muestra incluye una treintena de obras, entre esculturas, óleos y dibujos del artista romano, y pone el foco en su relación con la Corte española. Éxtasis de mármol.







Anima beata y Anima dannata, de Bernini


En estos tiempos en que nos lamentamos del escaso peso de España en el panorama internacional y más todavía de su errática política cultural, resulta toda una lección (de Historia si es que no de estrategia) conocer la relación de la monarquía hispana con uno de los mayores genios del barroco. Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598- Roma, 1680) fue, ya lo sabemos, un escultor sensacional (sólo superado por Miguel Ángel) y un arquitecto sin el que Roma no sería esa ciudad donde lo misterioso y lo luminoso se mantienen en equilibrio. Lo interesante de esta exposición su atrevido propósito de presentar con justicia al autor de obras como el Éxtasis de Santa Teresa o la Plaza de San Pedro. Lo valioso es asimismo su investigación de cómo sirvió Bernini al proyecto de los dos últimos austrias de hacerse presentes ellos mismos y a la corona española en la ciudad de los Papas.


Es la primera exposición que se le dedica a Bernini en nuestro país y cuenta con un total de 39 piezas buscadas con dedicación en colecciones de varios continentes. Encontraremos dibujos, óleos y esculturas del propio Bernini, además de libros y grabados de sus creaciones. Además, algunas obras de contexto, si es que se pueden rebajar a este rango los deslumbrantes retratos de Felipe IV y Carlos II, de Velázquez y Carreño de Miranda respectivamente.



Toda la trayectoria de Bernini está ligada al papado: Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII, y especialmente los dos primeros, le hicieron encargos trascendentales. El primero, el Baldaquino de bronce que cubre el altar mayor de la basílica de San Pedro. El último, la inmensa columnata que abraza el espacio ante el mencionado edificio. Curiosamente, como aprenderemos en esta exposición, estas obras tan rotundas se inspiran en arquitecturas efímeras, como fueran los palios de los pasos de Semana Santa o el diseño de la escenografía (“Teatro y aparato solemne” lo llama el autor) de la canonización de Santa Isabel de Portugal. La actividad de Bernini fue asombrosa: construyó iglesias y capillas, plazas y fuentes, diseñó fiestas y ceremonias (¡era especialista en fuegos artificiales!), y todavía fue autor teatral, pintor y escenógrafo. 



La ciudad de Roma es su mejor museo. Pero como ya conocemos al Bernini monumental, podemos acercarnos al más íntimo. Una de las joyas de esta exposición tiene reducidas dimensiones y, sin embargo, una presencia abrumadora. Me refiero a esos dos retratos del alma que son precisamente Anima beata y Anima dannata, que se conservan en la embajada de España ante la Santa Sede en Roma y que se exponen por primera vez en el Prado. Fuertemente imbuido de las ideas de la Contrarreforma y por lo tanto advertido de la suerte que nos espera, Bernini se aplicó a visualizar la disyuntiva atroz. Anima beata es, en efecto, un rostro sereno y embelesado, la expresión del alma de un bienaventurado. Anima dannata es la expresión misma del espanto, un grito congelado que transmite mejor que cualquier sermón cómo se siente el alma de un condenado. Si volvemos a la historia, vale la pena comprobar que las realizó en 1619, con poco más de veinte años. Y que fueron un encargo del prelado español Pedro de Foix Montoya, probablemente para su tumba. En esta, ubicada en una capilla de San Giacomo degli Spagnoli, encontraríamos también un extraordinario busto del religioso. 





En la exposición podremos, al menos, ver en directo otro: el de Scipione Borghese, del que se dijo en la época “está verdaderamente vivo y respira”. El realismo de esta escultura no es menor, sin embargo, que el un ente invisible como es el alma. A no ser que el modelo de la dannata fuera el mismo escultor, como se ha especulado. Sea como fuere, estas esculturas indican que ya desde una fecha temprana se estableció una fluida relación entre el escultor y diversos mecenas españoles, incluida la propia corona. Entre sus encargos más destacados figuran dos: el de Santa Teresa en éxtasis, ubicado en el espléndido entorno de la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa Maria della Vittoria en Roma y el monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore. Este último, que representaba la culminación de una cuidadosa operación de de propaganda dinástica, política y religiosa, Bernini no llegó a verlo culminado. En esta muestra contamos con un modelo de terracota para la estatua de la santa y con una aguada preparatoria para el retrato real. 



La fama del escultor había saltado las fronteras cuando en 1664 el rey francés Luis XIV logró que el Papa Alejandro VII le cediera su artista favorito. Aunque el propósito del monarca y su ministro Colbert era encargarle la remodelación del Louvre, Bernini no llegó a un buen entendimiento con los restantes comisionados y desistió de seguir adelante. La experiencia francesa fue pues un fracaso, pero aún así modeló un retrato ecuestre en terracota del rey francés, que poco después terminó por convertirse en la cabalgadura y el torso de otro retrato, el del monarca español Carlos II. La última fase de la relación de Bernini con España corresponde a su amistad con Gaspar de Haro y Guzmán, VII marqués del Carpio, que fue embajador en Roma entre 1676 y 1682. Mecenas y coleccionista conocido en toda Europa, le encargó varias obras, entre ellas una réplica, casi a tamaño real, de la Fuente de los Cuatro Ríos de la Plaza Navona que había construido años atrás. Podemos disfrutar en esta exposición de muchas obras bellas e interesantes, y hacernos cargo de cómo funcionaba un mundo en que los artistas desempeñaban el papel que hoy tiene una cadena de televisión. En cuanto a Bernini, no hace sino abrirnos el apetito del ojo para seguir mirando su inabarcable producción


Fuente: El cultural

sábado, 1 de noviembre de 2014

EL ÚLTIMO JUGUETE

Gonzalo estaba impaciente. Se movía todo el rato. En la ducha, mientras su madre lo enjabonaba, contaba con los dedos de su inocente mano los juguetes que disponía para someterse a su ritual de juego y jabón diario. Después del aclarado, los iba colocando minuciosamente en la estantería de piedra junto a la bañera, una vez despojados de toda suciedad y de toda malicia. Se despedía de ellos hasta el próximo día con un "hasta mañana".

A la hora del desayuno, mientras veía los dibujos animados en el televisor, se había aprovisionado de unos cuantos elefantes, gorilas, caballos y rinocerontes para que lo custoriaran mientras las galletas, la leche y el zumo iban hidratando al pequeño Gonzalo.

Su madre lo vistió de forma primorosa con pantalón chino beige, camisa mao a rayas azules y beig y rebeca de algodón. Hoy tocaba visitar a papá. Era su día. Y sentado en su silla del coche familiar, iba cantando canciones de los cantajuegos, sabiendo todas las letras, y entonando perfectamente. A la puerta del cementerio, una comitiva detuvo a madre e hijo. El pequeño ataud blanco provocaba el llanto perpetuo y constante de todos los familiares, congregados en torno a esa inocente alma que yacía encima de hombros incrédulos de cómo la enfermedad puede sesgar una vida sin pestañear.

Después de que todos entraran al camposanto, la madre se dirigió hacia la tumba de Alberto, su Alberto. Dos años atrás, un camión perdió el control y embistió el coche de su marido provocandole un traumatismo craneoencefálico que apagó su vida, después de dos intervenciones y tras tres días en coma. Enfrente del amor de su vida, su hijo jugaba con un perro que correteaba junto a él, ajeno al dolor de una madre que aún se preguntaba por qué. Una vez que arregló la tumba de mármol impoluto, y la limpió de toda hojarasca, Ángela reparó en que la tumba de al lado era de un niño de 2 años, la misma edad a la que Gonzalo perdió a su padre. Y notó que estaba desaliñada. Cubierta de ramas y hojas, el moho ya había comenzado a roer las esquinas. John Arlington (1978-1980). We love you forever se podía leer en la lápida.

Al terminar de limpiar la lápida y mientras Gonzalo miraba atentamente a su madre, éste le preguntaba quién se encontraba allí, y su madre - improvisando una historia - le dijo que era un niño pequeñito que se encontraba muy enfermo y que otro día le contaría toda la historia. Y haciendo un gesto rápido sacó un perrito de peluche que llevaba en el bolso grande, y le preguntó a Gonzalo si le parecía bien que se lo regalaran a John, para que le hiciera compañía. El noble y doble gesto de afirmación del hijo con la cabeza permitió a John disponer de un guardián de su alma.

El día siguiente, domingo, mientras que paseaban por el parque, Ángela le contó a su hijo que John era hijo de un americano, militar naval que aterrizó en España, viudo, puesto que justo después de dar a luz, su madre sufrió una infección que acabó con su vida. El gran militar condecorado, no tuvo tiempo de reponerse cuando se contagió de una enfermedad mortal, y tuvo que entregar a su hijo a un orfanato local. Durante los dos años siguientes fue la luz que iluminó las 4 paredes de dicho hospicio, dotó de tanta luz al centro, que el día que murió de muerte súbita, las puertas se cerraron para siempre, y no compraron más juguetes para más niños.John fue la última alma que recibió el último juguete. El dolor por la terrible pérdida era tan grande que las hermanas sellaron su alma con el recuerdo permanente.

Ésto le contó el enterrador municipal del cementerio de Rota a Ángela, quién desde entonces, con su hijo Gonzalo no dejó de visitar a John, de regalarle peluches, de cantarle música, de convivir con su alma viajera, que se fue en busca de una madre y de un padre enamorados, que lo esperaban con los brazos abiertos en la vida eterna.

RIP.