domingo, 23 de junio de 2019

La gestión del agua en distintas civilizaciones: de Grecia a la actualidad (V)


Edad Media: agua, conflictos y muerte

En la siguiente estación de nuestro viaje, nos detenemos en plena Edad Media, y en un interesante estudio sobre el agua y la sociedad en la Edad Media Hispana, donde dos expertos en historia medieval de la Universidad de Valladolid ponen de manifiesto que el agua fue un recurso de primer nivel necesario y bien estratégico para la sociedad, debido a que era un recurso en torno al cual se sucedieron multitud de conflictos, por su escasez y por su importancia vital en una sociedad eminentemente agraria. Mª Isabel del Val Valdivieso y Juan Antonio Bonachía Hernando, los autores de dicho estudio publicado por la UGR, estructuraron su investigación en tres niveles;

·         Entre la norma y la técnica: donde tratan sobre el agua en los fueros medievales de la Corona de Castilla, y analizan la delimitación del espacio a partir de los elementos hídricos que facilitan la identificación del territorio (costa, ríos, …) o las obras hidráulicas medievales, como presas y azudes de la Península Ibérica.

·         Los beneficios del agua: por ejemplo, en Toledo, y cómo el agua se destinó a diferentes usos, como consumo humano, actividades fabriles (molinos, batanes, tintes, etc.) o para obtener alimentos (regadío de huertos y pesca). Aquí en este punto se comienza a recoger el agua de lluvia en aljibes y en pozos de los patios interiores de las viviendas.

·         El aprovechamiento de los cursos de agua: con dedicación a tres reinos distintos como fueron Portugal, Castilla y el Reino Francés, para poner de manifiesto las similitudes y diferencias entre las realidades de la Península Ibérica y del reino francés.

Aquí podemos concluir que las ciudades españolas en la Edad Media se aprovecharon de los avances y de las innovaciones que provenían del mundo romano, y aquellas donde los árabes, como vimos en nuestro post anterior, mostraron todo su esplendor como Granada o Córdoba, pues tuvieron una mayor sofisticación y un mayor grado de desarrollo, así como que los pueblos cristianos, su desarrollo fue menor y de menor nivel tecnológico.

En otro estudio publicado en la revista Vínculos de Historia, en el año 2014, sobre la conflictividad en los reinos hispánicos en la Baja Edad Media, y en concreto, sobre la conflictividad social,  Ricardo Córdoba de la Llave, nos da una visión sobre los conflictos centrados en Andalucía, Aragón y País Vasco, como regiones más “conflictivas”. Muchos de los enfrentamientos como se indicaba al principio, fueron por el poder. Y por ende, las manifestaciones y luchas tanto en sentido vertical (señores y campesinos, grupos mayoritarios y marginados, grupos excluyentes y excluidos, etc.) y de carácter horizontal (de una misma clase social, lucha de bandos, señoríos territoriales y usos del agua, señoríos urbanos y señores de la tierra). Y entre ellos, los pleitos surgidos con motivo del control y reparto de agua entre regantes de las mismas acequias o norias, entre propietarios de molinos y huertas, con conflictos por el control del agua de las fuentes y de su uso urbano. Concluye el autor que el tema de la conflictividad aún tiene mucho recorrido en materias urbanísticas y control y uso del agua y explotación y preservación del medio ambiente.

Como los conflictos que se generaron en una ciudad musulmana por antonomasia por el control del agua, aunque las soluciones adoptadas para el almacenamiento de agua tuvieron consecuencias de índole drástica.

El caso de Estambul

Cruzando el continente, visitamos un enclave fundamental para los turcos, como fue Constantinopla, en la frontera entre Europa y Asia. Allí nos dirigimos a un palacio, que no fue presidencial como el palacio Topkapi, sino a un palacio sumergido en agua. Un gran depósito. Una gran basílica. Ambas cosas. Los primeros almacenamientos como tales, en forma de depósitos de acumulación de agua para cuando se necesitara su uso, se dieron en la Edad Media, y dicho depósito de agua evitó la limpieza regular del sistema de alcantarillado. Por lo tanto, condujo a la primera gran epidemia de peste bubónica.

Un ejemplo muy significativo de almacenamiento de agua, lo encontramos en la actual Estambul, con la cisterna de Yerabatan. Construida con los escombros de los formidables templos paganos condenados por el cristianismo, hoy en día, se la conoce como Basílica – Cisterna, Cisterna de la Medusa o Palacio Sumergido. Se construyó en la época del emperador bizantino Justiniano I. Era la mayor de las 60 cisternas de Bizancio en el año 532 d.C. Tenía una capacidad entre 80.000 y 100.000 m3, mediante un bosque de 336 columnas de mármol de 9m de altura, dispuestas en 12 filas de 28 columnas, separadas entre sí unos 4,8 m. En la base de 2 columnas podemos detenernos a contemplar las 2 cabezas de medusas mitológicas. Según la mitología griega, Medusa es una de las tres gorgonas del mundo subterráneo. Con serpientes por cabellos, tenía el poder de petrificar a quien la miraba. Y se solía representar a estas medusas como elementos de protección de los edificios importantes. Es por ello que están representadas desde el mundo romano en dicha basílica – cisterna.

Esta cisterna fue construida con un nivel científico-técnico decadente, como el resto de la ciencia y estilo de vida de la Roma Aeterna. La gran epidemia de Peste Negra en Constantinopla fue contemporánea a la construcción y uso de estos depósitos. Podríamos decir que fue el nacimiento de la miseria técnica medieval, es decir, el momento en que la ingeniería romana murió, para no ser superada hasta la actualidad. El problema fue que al almacenar el agua, que no era habitual en la Edad Media, se dejó al enorme sistema de alcantarillado de Estambul en una pésima condición sanitaria, y fue un nido de ratas y excelente caldo de cultivo para la propagación de la bacteria Yersinia pestis. Las ratas y sus pulgas infectaron a los seres humanos con la terrible enfermedad que diezmó a la población europea durante siglos. 

Hay que decir que los otomanos dejaron de usar la Basílica – Cisterna después de la Conquista de Estambul, debido a una creencia islámica, que indica que el agua que no fluye no es limpia y pura. Y por lo tanto el agua almacenada entre las columnas de la cisterna se usó para regar los jardines del Sultán, del Palacio Topkapi.


Es por ello que tanto en la península ibérica como en el lejano oriente, los estudios y trabajos sobre la gestión del agua están vinculados a los conflictos y problemas que se plantearon en esa época, al igual que las soluciones, alternativas y normas reguladoras. No debemos olvidar que a lo largo de la historia las sociedades se han asentado cerca de los cursos fluviales, puesto que como hemos visto el agua es vital para la vida (regadío, abastecimiento, fuerza motriz, elemento defensivo, …) y un bien estratégico y de poder. Y como debido a mejorar el sistema de abastecimiento con el almacenamiento de agua, se produjo un problema mayor en el sistema de saneamiento de la ciudad fronteriza, y con ello, una epidemia que aún hoy se recuerda, por su virulencia decenas de siglos después. La muerte llegó como consecuencia de una mala gestión del recurso básico, como consecuencia de una praxis sin prever sus consecuencias para la sociedad.

La siguiente etapa de nuestro viaje tiene un protagonista: el Renacimiento. Viajaremos a la bella Italia para conocer cómo la gestión del agua provocó un auténtico renacer en la sociedad, y como desde la penumbra de la Edad Media, se atisbaba un cambio radical en la mentalidad y en la forma de pensar.  

La gestión del agua en distintas civilizaciones: de Grecia a la actualidad (IV)


Al-Andalus  y el agua islámica

            Según el artículo de Cherif Abderrahman Jah, sobre el agua en el Al – Andalus, nos relata que Ibn Jaldun, famoso sociólogo tunecino de origen andaluz del siglo XIV, en su obra Al-Muqqadimah, para que la vida de en una ciudad sea grata, hay que atender, al fundarla, a varias condiciones, siendo la primera: La existencia en su solar de un río o fuente de agua pura y abundante, pues el agua es cosa de capital importancia, “un don de Allah”.

            Y es que cuando cae el imperio romano, y llegan los árabes a la península ibérica, deben de fundar nuevas ciudades, debido al deterioro y a la destrucción de las grandes ciudades romanas como: Córdoba, Sevilla, Mérida, Zaragoza, Toledo y muchas otras, por lo que podemos encontrar restos de la cultura romana, árabe, judía y cristiana conviviendo con toda naturalidad, en nuestra excelsa y variada cultura y geografía hispana. La ciudad hispano – musulmana contaba con: casas, palacios, fuentes públicas, Hammams o baños, depósitos y canalizaciones urbanas.

El agua en el Islam

La gestión y distribución del agua en Al – Andalus no era ajena a las normas islámicas debido a su pertenencia al conjunto de DAR al-ISLAM, por lo que las normas le afectaban a la manera de organizar el bien más preciado de la naturaleza para los musulmanes. Ya en el CORÁN se indica que es el principio más importante del universo, puesto que el trono de Dios está en el agua en el momento de la creación: “Él es quien ha creado los cielos y la tierra en 6 días, teniendo su trono en el agua” [Corán, XI, 7] y continua el libro Sagrado de los islámicos, “¿Es que no han visto los infieles que los cielos y la tierra formaban un todo homogéneo y los separamos? ¿Y sacamos del agua a todo ser viviente? ¿Y no creerán?” [Corán, XXI, 30].


            Según el texto sagrado, una de las tres cosas que se han autorizado a todo ser humano: la hierba (como pasto para el ganado), el agua y el fuego. Asimismo “todo musulmán que retiene el agua que no necesita peca contra Allah”.

            Normas hídricas

Las normas que regían el mundo musulmán indican que la propiedad y gestión del agua siguen un criterio islámico, además de costumbres y normas locales. Es en los siglos VIII y IX cuando aparece el derecho codificado en sus líneas principales y en las diferentes escuelas coránicas, aunque en Al – Andalus y en el resto del Occidente islámico, el rito mãlikí es el principalmente aplicado en la interpretación de la Ley.

Los aspectos más importantes eran: el caudal y quién hacía el trabajo para la captación y/o conducción del agua. Así se dividían los usos y usuarios, en función del tipo de captación:
·         Grandes ríos à todos
·         Pequeños ríos à existían limitaciones
·         Ríos sin presa à prioridad de los ribereños y terceros (sin procurar perjuicios)
·         Ríos con presa à tiene derecho el asentamiento más antiguo, y si son coetáneos, riega primero el más cercano al nacimiento del río.

En cuanto a los sistemas hidráulicos, hay que decir que las obras de captación, qanat/s, pozos, minas, fuentes, puede haber propiedad particular, limitada por el derecho de ŠAFA, es decir, el derecho de dar de beber a los hombres y animales que lo necesiten, mientras que el sobrante iba para los regantes, y hay que apuntar, que no hay acuerdo entre las escuelas coránicas si en ese caso era aceptada la VENTA.

Y es que existen dos preceptos fundamentales que guían los derechos al agua en la Shari`ah, según el sistema de derecho islámico, que son:

·         Shafa à derecho al sediento.  Derecho universal del ser humano a saciar su sed y la de sus animales
·         Shirb à Derecho al riego. Derecho para regar sus cosechas

“Nadie puede negar el agua que sobra sin pecar contra Allah y contra el hombre”.

            Sistemas hidráulicos urbanos

La crisis del mundo romano supuso una vuelta al mundo rural y abandono de la ciudad, de gran alcance en el occidente altomedieval. Por este motivo los árabes reactivaron la vida urbana y fundaron ciudades nuevas, y debido a que los antiguos sistemas de abastecimiento fueron destruidos, tuvieron que crear nuevos sistemas de abastecimiento. Entre las más conocidas de la península fueron Madrid, Calatayud, Almería, Calatrava o Murcia.

El agua era distribuida a los aljibes públicos, mezquitas, baños, y actividades económicas como las alfarerías, tenerías,…y algunas casas andalusíes disponían de abastecimiento de agua y evacuación de aguas negras. Las aguas de lluvia discurrían por la calle y se recogían en aljibes, las aguas residuales no iban por la calle y menos aún las fecales. Las aguas residuales se evacuaban desde el patio de las viviendas andalusíes por canalizaciones subterráneas o superficiales, y las aguas fecales iban a las “letrinas”, con una conducción independiente. Al final las residuales y las fecales iban a pozos negros existentes en el borde de la calle, aunque en las ciudades más avanzadas, existía un sistema de canales subterráneos, que conducía el agua sucia al exterior del núcleo urbano.
Por lo tanto, el agua en el mundo islámico era usada para la higiene personal, para consumo doméstico, para las labores agrícolas, un uso cortesano y/o religioso.

                 El agua en al-Andalus

                Existe una relación muy estrecha entre el abastecimiento de agua a las ciudades tradicionales musulmanes, las medinas, como la medina de Túnez, declarada Patrimonio de la Humanidaad en 1979 por la UNESCO, con más de 700 monumentos tales como palacios, mezquitas, mausoleos, madrazas y fuentes de los períodos almohade y hafsí. La medina era la ciudad tradicional considerada unánimemente como la más bonita del Magreb. La mezquita de la Medina, la Gran Mezquita (Mezquita Jamaa ez Zitouna) es la más grande de Túnez es el centro religioso más importante de los países del Magreb, fue fundada en el año 732 y reconstruida por completo en el siglo IX. La mezquita es el corazón de la Medina.

            Como nos cuenta Belén Vázquez, en su artículo sobre el agua en al-Andalus, y en concreto en las medinas andalusíes, el agua fue una constante preocupación en todas poblaciones. La Medina debía provocar el desalojo de las aguas pluviales y residuales de calles y viviendas. Y para asegurar el bienestar y el porvenir de sus habitantes, debían proveer unas infraestructuras hidráulicas adecuadas.

            Es cierto que las formas de captación y aprovisionamiento de agua influyeron en la distribución interna y en el establecimiento de baños y mezquitas, pero resulta difícil determinar cómo influyeron en la vertebración del espacio. Sí hay unanimidad y demostración en la relación entre hidráulica y el urbanismo. El agua provocó la transformación del tejido urbano andalusí. Un nuevo enfoque frente a las tesis más tradicionalistas.

Tecnología islámica

Las tecnologías viajaron desde Oriente a Occidente, y los elementos provenían de China, India y Persia, cristalizando en Oriente Medio. Para el historiador Joseph Needham, el proceso fue lento y evolutivo, mientras que para el arabista Juan Vernet, fue un proceso rápido y en un momento crucial en el Imperio Islámico del siglo X. Por ejemplo, de los romanos heredan sus conocimientos de sus contactos del ámbito griego, la Escuela de Alejandría y el Próximo Oriente.

Viajaremos ahora a esa baja Edad Media para conocer de cerca, los logros y las penurias que atravesaron los ciudadanos del Medievo para poder sobrevivir, y cómo la falta de medidas higiénicas provocó todo un reguero de muerte y destrucción.


“LA GESTIÓN DEL AGUA EN DISTINTAS CIVILIZACIONES: DE GRECIA A LA ACTUALIDAD” (III)

Acueductos o El orgullo de Roma

Mientras escucho la banda sonora de la oscarizada “Gladiator” de Hans Zimmer y Lisa Gerrard, los ecos desde el Coliseo me cuentan cómo los romanos mejoraron los inventos y perfeccionaron los sistemas de gestión y uso del agua desde el primer momento. De hecho, los romanos fueron la primera civilización “urbana” que se preocupó de la calidad de vida del ciudadano. Por ello, la URBIS ROMANA fue un modelo de eficiencia. ¿Por qué? O mejor dicho… ¿Cómo?
Porque el Estado invertía en infraestructuras, que dotaban a la ciudad romana de ciertos beneficios, y avances que ahora parece que son muy normales: el agua llegaba en abundancia por los acueductos, a los que luego nos referiremos, las calles se empedraban y tenían aceras, había pasos de peatones, en cuanto a la higiene, había sistema de alcantarillado y baños públicos, termas y abastecimiento de productos a los mercados.

Roma es la civilización del AGUA, cuya tecnología sobre captación, distribución y consumo de agua no tiene parangón hasta nuestros días. Por ello los ACUEDUCTOS fueron obras públicas y prioritarias para Roma, con altas dosis de ingeniería y arquitectura, eran la imagen de la avanzada civilización y vehículo propagandístico del emperador.

            El agua romana

Pero para que este entorno urbano sea digno para vivir, existía un elemento fundamental que era totalmente necesario: El AGUA. Y esta se conseguía a través de los acueductos y mediante la acumulación en grandes cisternas. En los siglos I-II d.C. los acueductos se extendieron por todo el imperio, construyendo depósitos y albercas por todo el trayecto. El aqueductus (conducto de agua) fue una de las construcciones más importantes para los núcleos urbanos y rurales.

Tanto condicionaba el agua, que antes de construir la ciudad, debía de estar garantizado el abastecimiento de agua, y éste condicionaba la posición exacta de la ciudad. Así Plinio el Viejo indicaba en su Historia Natural, XXXI, 4, que “ES EL AGUA LA QUE HACE LA CIUDAD”.

Aún otro dato más era que el abastecimiento de agua de boca y en condiciones de salubridad, era una CUESTIÓN POLITICA. Se planificaban las obras hídricas antes que otras obras públicas necesarias también para la ciudad. Por lo que Vitrubio, manifestó en Los diez libros de arquitectura, “Tenemos la necesidad de encontrar agua en cantidad y calidad suficientes para facilitar el desarrollo de la ciudad, conducirla y distribuirla” (libro VIII).

Las primeras necesidades a abastecer fueron las termas y las fuentes, y luego casas privadas que pagaban por disponer de agua corriente. Ejemplos los encontramos en Pompeii y en Caesarea, donde disponían de suministro hídrico de forma continuada, y se construyeron bajo las casas, cisternas públicas y privadas excavadas en la roca. El suministro a los puntos de la ciudad donde se usaba el agua, era el objetivo al construir la red de abastecimiento, como: termas, ninfeos, fuentes, pozos y juegos de agua. Desde el castellum aquae terminal (depósito) y por gravedad se distribuía el líquido elemento hasta los distintos usos. Ejemplo de depósito fue la PISCINAE MIRABILIS en Miseno (Italia) con 12.600 m3 de almacenamiento con una gran bóveda sobre 48 pilares.

            La ciudad de Roma

La Roma imperial tuvo 12 acueductos para abastecer un caudal de ni más ni menos que 13 m3/s (más de 1 millón m3/día) que si lo comparamos con el caudal de Madrid en el año 2018, según datos del Canal de Isabel II, de 0,543 millones de m3/día, pues supone más o menos el doble de la dotación de los madrileños. Y el desglose se dividía en: 11 termas (como las de Caracalla), 900 baños públicos, 18 ninfeos, 1.400 fuentes ornamentales, además de piscinas privadas. En la tabla siguiente vemos la comparativa entre la Roma imperial y el Madrid del siglo XXI, concretamente del año 2012.

INSTALACIÓN HIDRÁULICA
ROMA IMPERIAL (s. I)
MADRID (s. XXI) (2012)
Termas o piscinas  públicas
11
23 (2018)
Baños públicos
900
129 (aseos)
Fuentes ornamentales
1.400
532
Estanques o ninfeos
18
31
Ecosistemas acuáticos urbanos
x
3
Otros
x
3
Tabla 1. Comparativa del número de instalaciones hidráulicas entre la Roma imperial y Madrid del siglo XXI. Elaboración propia del autor.

Camino al Circo Máximo, muchos espectadores hacían una parada en las termas privadas de Suranae y Decinae, o las que construyó el emperador Caracalla, no tan grandes como las que construyó al norte el emperador Diocleciano, aunque podían acoger a unos 1.600 bañistas por turno, y unos 8.000 personas a lo largo del día.

            Acueductos

Si nos detenemos en los acueductos hispanos, antes de regresar a la Roma imperial, sabemos que los acueductos de Segovia, Mérida y Tarragona abastecían a estas ciudades desde manantiales que se encontraban a más de 50 kilómetros de distancia. En concreto el acueducto de los Milagros, en Emerita Augusta (del siglo I d.C.), capital de Lusitania, tenía su “caput aquae” (captación de agua) en el Embalse de Proserpina, con una longitud de más de 15 kilómetros.

            Si regresamos al país transalpino, el emperador Claudio mandó construir el AQUA CLAUDIA, el mayor acueducto de Roma (a mediados del siglo I d.C.) que llevaba el agua a los 14 distritos romanos, aunque el más antiguo data del año 312 a.C., denominado AQUA APPIA, mandado construir por el emperador Appio Claudio Cieco de 1,6 kilómetros de distancia desde el punto de toma. Otros de fecha similar son el AQUA ANIO VETUS, el AQUA MARCIA o el AQUA TEPULA, del siglo III a.C.

            El impulso definitivo lo estableció el emperador Augusto y su yerno, Marco Agripa, el cual construyó el AQUA VIRGO, como según dice una leyenda, porque una doncella le indicó al militar donde se encontraba el agua más pura. Actualmente abastece a algunas fuentes ornamentales más bellas de Roma, entre ellas, la Fontana de Trevi. En la construcción empleó sus propios recursos mineros que gestionaba para realizar las tuberías de plomo. Desde Augusto, los emperadores eran donantes y mecenas en la financiación de infraestructuras hidráulicas, entre otras.

Otros acueductos son el debido al emperador Trajano, de unos 60 kilómetros de distancia (Aqua Traiana) o el último acueducto denominado, AQUA ALEJANDRINA, de 22 kilómetros en el año 226 d.C. y debido a Alejandro Severo.

            La construcción de los acueductos era una labor muy costosa y era una obligación de las ciudades del imperio romano.  Suponen el primer ejemplo de financiación o PARTICIPACIÓN PÚBLICO-PRIVADA (PPP) de la historia hace más de 2.000 años, en la gestión de un recurso básico para la población.  Era una tarea de los gobiernos municipales y los ejecutaban los magistrados con dinero público y privado.

            Cloacas romanas

Este apartado no menos interesante de la ingeniería romana fue el saneamiento. Y es que como hemos comentado, los romanos se preocuparon, de hecho fueron los primeros, por la calidad de vida de sus ciudadanos, y de la higiene (de ahí la existencia de baños públicos con agua fría y caliente, en muchos de ellos), por lo que consideraron esencial hacer una gestión de las aguas utilizadas o residuales en sus urbes. Y para ello, debían evacuar las aguas negras mediante una compleja red de cloacas (generalmente instaladas bajo las calzadas romanas) bajo el tejido urbano, considerada como una de las grandes obras de Ingeniería civil urbanas. En el libro “SPQR, una historia de la roma antigua”, Mary Beard, catedrática en la Universidad de Cambridge, nos indica que los escritores posteriores alabaron los logros romanos en la construcción de un desagüe tan importante como la CLOACA MÁXIMA o GRAN CLOACA, sin que se conozca lo que se conserva de esta famosa estructura del siglo VI a.C., aunque las secciones que se pueden explorar, nos indican que hay indicios que los primeros intentos de construir el sistema de drenaje sean anteriores, concretamente al siglo VII a.C.

A pesar de todo ello, fue tanto el beneficio para la población finalmente construida, que Plinio el Viejo, no dudó en considerarla en el primer lugar de las Maravillas de Roma, al ser nombrada, la 1ª OBRA PÚBLICA, por lo que la construcción de cloacas se exportó a tocas las ciudades del imperio romano de tamaño medio/grande. El mismo Plinio el Viejo consideró en su “Tratado de Historia Natural” que el buen estado de los acueductos y la red de cloacas motivaron la higiene por el baño y evitaron las epidemias de enfermedades, como ocurrió siglos más tarde.


Volviendo a los acueductos, para finalizar este apartado, hay que decir que las grandes arquerías y de costes gigantescos, como Segovia, Tarragona o Pont du Gard (en Nîmes, Francia) no resistirían un estudio económico de construcción y mantenimiento, comparado con las soluciones mediante tuberías, debido a que suponían el 12% de la totalidad de los acueductos (unos 508 kilómetros), aunque realmente la solución más espectacular. Por ello los acueductos fueron el máximo orgullo y seña de identidad del pueblo romano, y así lo manifestó Sexto Julio Frontino, senador y CURATOR AQUARUM (supervisor responsable de los acueductos) nombrado por el emperador Nerva, escribió un tratado llamado “De aquaeductu”, donde dejó de manifiesto “comparad si queréis las numerosas moles de las conducciones de agua, tan necesarias, con las ociosas pirámides o bien con las inútiles obras de los griegos”.

Hemos puesto de manifiesto que el imperio Romano fue el imperio del agua, la ciudad eterna donde el agua fluía por todos los rincones, donde cada ninfeo, cada fuente, cada terma o cada baño disponían del líquido elemento, con unas condiciones higiénicas que hicieron de Roma la capital del mayor imperio de la historia, hasta su caída en el siglo V d.C, aunque aún hoy, las obras de ingeniería romana siguen abasteciendo a fuentes ornamentales como la Fontana de Trevi, y dichas infraestructuras hidráulicas, aún seguirán dando mucho que hablar, o por los suicidios de los trabajadores de la Cloaca Máxima por la excesiva carga de trabajo (quizás el primer caso de mobbing en la historia) según contó Gayo Plinio Segundo (Plinio el Viejo), gran polímata y célebre por ser víctima de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C, como nos cuenta Mary Beard en su excelente historia de la antigua Roma, SPQR, la cual recomiendo encarecidamente a todo amante de Roma y de su tiempo de gloria. “Después de 2000 años, la antigua Roma sigue siendo la base de la cultura y la política occidental, de lo que escribimos y de cómo vemos el mundo y nuestro lugar en él”, apostilla la catedrática británica de Clásicas.