Confesiones a media voz
Sin
querer menospreciar a los barítonos, tenores y sopranos – en el Teatro Real les
encontrarán por un módico precio – acierto a imaginar que estas confesiones
requieren la templanza del vino añejo, la solera del brandy Centenario o la
sinceridad de Cyrano – el poeta de Bercerac que sin ser agraciado conquistaba a
las damas por su lengua, o mejor dicho, por su prosa y por su rima.
Sin
querer compararme con su prominente…capacidad de olfatear cuando unas buenas
letras, traerán consigo algunos aplausos del respetable, bajo el tono de luz,
me sumerjo en las sombras que ella proyecta sobre mi memoria, y me zambullo en
contarles cómo y porqué un ángel bajó del cielo un 12 de septiembre.
Sin
querer enfriarles la cena, les centraría el debate lanzando un dardo con forma
de boomerang sincero hasta su corazón, para decirle cuánto significa para este
humilde trovador apasionado: su delicada sonrisa, su dulzura al hablar, su
manera de convencer al prójimo, y sobre todo, su manera de afrontar los retos
que la vida – a veces la vida te pone entre las cuerdas a punto de tirar la
toalla – fue sembrando en su largo caminar.
Sin
querer que se emocione de veras, …le contaría cómo su llanto impregnó mi
llanto, cómo su ayuda me levantó tantas veces, cómo su aliento lo tengo fresco
en el cogote, cómo su belleza emulsionó mi canto, cuando cuál sirena varada en
la orilla del mar, esperaba – paciente – que su hija pequeña abandonara el
altar, de manos de este letrista, que a veces sueña con ser ingeniero, un poeta
que solo intenta completar su familia para que – cuando cae la tarde –
reconocerse en el espejo de la verdad.
Sin
querer alargarme en exceso, le suplicaría que ahorita no vaya a cambiar, que no
deje de querer a esta pareja de almas viajeras, que con denuedo ansían formar
un trío, sino el destino le tiene un as en la manga y una doble pareja caiga en
el tapete de la familia feliz, anunciando por megafonía en estéreo, que ésta
abuela, su Abuela María quiere dedicarles un beso, que su abuela Maruja ansía
robarles una sonrisa, y que una abuela llamada Mª de los Ángeles se deslizó del
cielo, para a todos los presentes, hacernos la vida más fácil y más alegre; más
dulce y más sabrosa; más ordenada y más sensata; más ahorradora y más
prolongada.
Sin
querer decirlo… pero queda dicho, si quererla supone un tropiezo en el
camino…si quererla predispone un desvelo constante…si quererla augura un futuro
compartido y apasionante…he de confesar que la quiero. He de confesar que…desde
siempre la he querido….desde que mi guitarra se cruzó en su silencio, desde que
mi voz pidió consejo, desde que mi memoria guarda recuerdo, desde que mi llanto
almeriense sonó a desconsuelo…desde hace ya tanto tiempo.
Sin
querer que suene travieso…he de confesar lo que confieso y ahora que lo pienso,
he de soñar un recuerdo de tanto tiempo…aquella tarde que sin quererlo, a
Sevilla fue a acompañar al mozuelo de la moza enamorada…resulta que esas
lágrimas ahora traen estos océanos de emociones compartidas, de sincera
palabrería…para expresarle en el día de su día, ¡Cuánto te quiero, Maruja mía!.
Siempre
estaré a tu lado,
12 de septiembre 2014