Si alguien me hubiera dicho al principio
que tu risa olería siempre a nardos
abriendo la primavera al necio
limpiando las letrinas de desazón
amarrando mi alma a tu viento,
soñando un límpido cielo casi despierto
cuando entre mi sueño y tu desvelo
un amor nació casi sin quererlo,
inesperado y sin embozado aliento
pues la duda siempre será endeble
cuando la juventud atesora en las manos
la inexperta sensibilidad del alma…
hubiera penetrado cual estratega
en territorio amigo al momento mientras
su abrazo me tape si la lluvia insistiera
y te robara un beso cuando mayea.
Si alguien me hubiera dicho ayer
que tu pelo enredaría mi sueño
entreverado de jeringas y fonendos
con nuevas tensiones y medicamentos,
con la ayuda como meta,
salvar vidas rotas en mitad del infierno,
y cuando la cuarentena lo cura todo
mientras que el paciente sea paciente
cuando el enfermo no quiera ser enfermo
en el momento en el que el enamorado
siempre siga estando enamorado.
Si alguien me hubiera dicho hoy
que un santo me acompañaría
cada mayo donde se asoma la primavera
y a veces
se oculta, pero florece
erguida mi silente escucha
elevando mis laureadas por su amor
escondiendo mis pinceladas de pasión
por el rubor de decirle al mundo
que una mujer me cautivó
y ante los ojos de san Isidro nació,
llegando al mundo para agitar mi consuelo
pues no quedaría esfuerzo ni denuedo
para entregarle cada día mi amor verdadero
y decirle, sin miedo al mundo entero,
el número de primaveras que atesora,
esta enfermera aventurera y preciosa
que mientras cosía una costura
le dije casi a hurtadillas… Te quiero,
y hoy que llueve de nuevo mi calma
se agita…y grita…Felicidades enfermera,
sigue cosiendo mi corazón y cuando
pare la lluvia…te seguiré queriendo con
locura.
A ALICIA, MI VIDA, 15 DE MAYO DE 2020