jueves, 18 de diciembre de 2014

ANUNCIO IMPORTANTE

Hola a todos los que os subís a esta página en Internet Universe.

Quiero anunciaros a todos que desde el año próximo van a producirse algunos cambios en el blog.

Se va a ceñir a temas estrictamente literarios, relacionados con la literatura, artículos, poemas, relatos, entrevistas, etc. relacionado con la LITERATURA, y los temas colaterales que ella conlleva.

Por lo tanto, os preguntaréis ¿QUÉ OCURRE CON LOS OTROS TEMAS, ARQUITECTURA, ARTE, CIENCIA, INGENIERIA, ENERGÍA, ETC.?

Estos artículos, noticias, comentarios, reportajes, y demás se van a seguir publicando en un segundo BLOG, que lleva por nombre EL LÁPIZ DEL ARQUITECTO.

En dicho blog encontraréis todo lo relacionado con estas manifestaciones artísticas.

Espero que así podamos separar los contenidos y que sea más didáctico y más ilustrativo. Como en el caso actual, se podrán suscribir al blog, traducir el blog al idioma local, etc.


UN ABRAZO A TODOS !!!!!!!!

FELICES FIESTAS DESDE EL ESCRITOR PACIENTE !!!!!!!!

jueves, 11 de diciembre de 2014

Recordando a Sócrates, último artículo de ARTURO PÉREZ-REVERTE

Lo hermoso de las bibliotecas, de los libros, es que éstos son como las cerezas. Tiras de uno, y éste arrastra a otros, a los que acaba por llevarte de modo inevitable. Se tejen así maravillosas relaciones, a veces en apariencia imposibles; vínculos entre situaciones o cosas cuyo principal hilo conductor eres tú mismo. A veces, sin embargo, esa asociación es fácil. Lógica. De las que saltan a la vista y de pronto te abruman porque, pese a ser evidentes, no habías sido capaz de verlas hasta ese momento. Eso me ocurrió el otro día, cuando pasaba las páginas de los Recuerdos de Sócrates de Jenofonte, el que también contó -porque estuvo en ella- la retirada de los 10.000 mercenarios griegos de Persia cuya epopeya conocemos por Anábasis. Desde que lo traduje en el cole vuelvo a Jenofonte de vez en cuando, pues la historia que aquellos hombres avanzando por territorio hostil, buscando el mar para volver a casa, rodeados de enemigos y sabiendo que la palabra derrota significaba exterminio, la he tenido presente muchas veces, y creo que es un estupendo símbolo, o útil vademécum, para muchos de los territorios inciertos por los que transita el hombre moderno.

Pero me desvío. Estaba con el amigo Jenofonte, como digo, y hojeándolo me fui a unas líneas que, a su vez, me hicieron levantarme y buscar en los estantes otro libro, y otro al fin, y al cabo terminé con cuatro o cinco de ellos abiertos alrededor, comparando citas y usando como llave maestra para todos ellos Una profesión peligrosa, de mi querido amigo el profesor Luciano Canfora. Y sucedió que al rato encendí la tele para ver un rato el telediario, y allí -son los azares maravillosos de la vida- salió un político de ésos con los que no terminas de tener claro si son unos sinvergüenzas o unos cantamañanas, aunque sospechas que navegan a remo y a vela, diciendo literalmente: «En una verdadera democracia, la voz del pueblo está por encima de cualquier ley». Y oyéndolo, fui y me dije anda tú, lo bien que suena y lo redondo que me lo habría tragado, a lo mejor, de no haberme pasado tres horas antes con Sócrates, Jenofonte, Canfora y alguno más, leyendo callado y con mucho respeto, no fueran a decir ellos de mí lo que Sócrates dijo que diría Eutidemo: «Nunca me preocupé de tener un maestro sabio, sino que me he pasado la vida procurando no sólo no aprender nada de nadie, sino también alardeando de ello».

Y es que eso es lo bueno de leer cosas. De saber por dónde te andas, o al menos intentarlo. Que cuando vives en una verdadera democracia y te llega un político sinvergüenza o un cantamañanas, o un híbrido de ambos, y te dice que la voz del pueblo -llámese Eutidemo o llámese como se llame- está por encima de la ley, te acuerdas de Sócrates. Y de pronto, lo que sonaba tan bien resulta que ya no suena tanto. Y te da la risa; o a lo mejor, si eres español y a estas alturas te quedan pocas ganas de reír, detalle comprensible, vas y te ciscas en su pastelera madre. Porque te acuerdas, por ejemplo, de la batalla de las islas Arginusas (año 406 a.C.), tras la que unos generales atenienses fueron juzgados y condenados por una asamblea popular que se pasó las formalidades legales por el forro de las túnicas. «Es intolerable que se impida al pueblo hacer su voluntad», argumentaron, proclamando la superioridad de esa voluntad del pueblo frente a la ley que, aplicada con rigor, habría exculpado a los generales. Y lo que es más significativo, amenazaron a los jueces, si se oponían al deseo del pueblo soberano, con ser declarados culpables junto a los generales. Por supuesto, los jueces se curaron en salud y se plegaron a la voluntad popular. Y los generales fueron ejecutados. Sólo Sócrates, que era uno de los jueces, se negó. Con un par. Ni voluntad popular ni pepinillos en vinagre, dijo. Él no reconocía otra autoridad que la ley. Y fue el único.

El pueblo ateniense nunca olvidó aquello. La opinión pública no perdonó que Sócrates se negara a aprobar que la vulneración de la ley, cuando se hace en nombre de una real o supuesta voluntad popular, pueda tolerarse por un Estado sólido, adulto, seguro de sí mismo y de sus instituciones. Y eso influyó más tarde en su proceso, cuando fue sentenciado a suicidarse bebiendo veneno. También allí, llegado el caso, Sócrates fue fiel a sí mismo. En vez de huir, como habría podido hacerlo, permaneció en Atenas, acató la ley que lo condenaba, y pagó con su vida aquella digna coherencia.

Ahora, por simple curiosidad, pregúntense ustedes cuántos políticos españoles saben quién fue Sócrates. Y lo que les importa.  

Fuente: XL SEMANAL, 08/12/2014

British Museum - Great Court (Norman Foster)

Siguiendo con los sketches, os dejo el realizado recientemente de la Great Court del British Museum de Londres. Realizada por Norman Foster ( FOSTER + PARTNERS) en 2000, es una maravillosa obra de cubrición del patio del Museo, con una cubierta de paneles de vidrio triangulado, que aporte ligereza al conjunto y unos juegos de sombras y luces, impresionantes.



Acueducto de Segovia - Sketch


miércoles, 3 de diciembre de 2014

ACUEDUCTOS, El orgullo de Roma (y 2ª parte)



Fot. 1.El Pont - du - Gard, es un acueducto con 50 m de altura en el río Gardon en Francia, es uno de los más elevados que se conservan. Formaba parte de un acueducto de 50 Km de longitud, construido a inicios del siglo I d.C.

INTRODUCCIÓN

- Roma es la CIVILIZACIÓN DEL AGUA, cuya tecnología sobre la captación, distribución y consumo de agua no tiene parangón hasta nuestros días.

- Las altas dosis de Ingeniería y Arquitectura hicieron que los ACUEDUCTOS fueran OBRAS PÚBLICAS y prioritarias para Roma.

- Los acueductos eran la IMAGEN de la avanzada civilizacion y un vehículo PROPAGANDÍSTICO para el EMPERADOR.

ACUEDUCTOS

No todas las ciudades disponen de acueductos; algunas disponen de pozos y cisternas públicas y/o privadas (incluso bajo las viviendas). Por ejemplo: Estudios en Cesarea (Cherchel, Argelia) y Pompeya.

- Otras disponían de inmensas cisternas subterráneas, de dimensiones colosales, como en Yerabatan Saray, Constantinopla (Estambul).

Foto 2. Basílica - Cisterna de Yerabatan Saray.Constantinopla (actual Estambul)

- La piscina MIRABILIS en Miseno (Italia) disponía de 12.600 m3 de almacenamiento de agua con una gran bóveda sobre 48 pilares en 4 hileras, es otro ejemplo de grandes depósitos de agua, para los distintos usos.

- Las ciudades necesitaban más agua que la que tenían en las cisternas. Por ejemplo, Roma tenía un millón de habitantes, y distintos usos:

        * Abastecimiento
        * Fuentes ornamentales
        * Fuentes públicas
        * Termas
        * Espectáculos

 Foto 3. Baños públicos acaparaban gran parte del suministro de agua que llegaba a Roma. En la imagen, las lujosas termas de Caracalla. Grabado en color.

- Algunos acueductos (Segovia, Mérida o Tarragona, p.e) se utilizaban abastecer de agua desde manantiales a más de 50 km de distancia.


- El ACUEDUCTO DE LOS MILAGROS, del siglo I, se construyó para EMERITA AUGUSTA (Mérida), capital de LUSITANIA, provincia romana, donde la "caput aquae" (captación de agua) se encontraba en el embalse de Proserpina, a más de 15 kms.

Foto 4 . Acueducto de los Milagros.


- El emperador CLAUDIO, construyó el AQUA CLAUDIA, el mayor acueducto de Roma (a mediados del siglo I d.C) que llevaba el agua necesaria a los 14 distritos (barrios) de Roma (aproximadamente transportaba un caudal de 14 m3/s).

- Pero lo más REPRESENTATIVO de los acueductos son las ARQUERÍAS, aunque el transporte de agua se hacia mediante, túneles subterráneos, canales en superficie y arquerías. De los 507 Kms de acueductos, tenemos:

     * Túneles subterráneos....434 kms
     * Canales en superficie.... 15 kms
     * Arquerías ................... 59 kms (que supone el 12% de la totalidad de conducciones de agua).

ABASTECER A LA URBE


- Roma tuvo 12 acueductos, donde el más antiguo es el AQUA APPIA (puesto que fue mandado construir por Appio Claudio, el Ciego en el 312 a.C. con más de 1,6 Km de longitud), más el AQUA ANIO VETUS + AQUA MARCIA + AQUA TEPOLA, también del siglo III a.C.

-  Aunque el gran impulso lo dio el emperador Augusto y su yerno, el General Marco Agripa, con el AQUA VIRGO (que está en uso, conocido como el AQUA VERGINE), del 19 a.C., y proviene de una leyenda según la cual, una doncella indicó al militar el luga donde el agua era más pura. Actualmente abastece a algunas de las fuentes ornamentales más bellas de Roma, como por ejemplo, La Fontana de Trevi.

- Claudio impulsó el AQUA CLAUDIA

- Trajano construyó el AQUA TRAIANA (de unos 60 kms de longitud).

- El último acueducto de Roma, el AQUA ALEJANDRINA, de 22 kms de longitud, se debe a Alejandro Severo del 226 d.C.

- ROMA EN DATOS

- 1.000.000 m3/día ( aproximadamente unos 13 m3/s) necesitaba la Roma Imperial, debido al aumento de la población, por 11 grandes termas (como Caracalla), 900 baños públicos, 1.400 fuentes ornamentales monumentales y piscinas privadas.

-  Además las ciudades contaban con redes de aguas residuales llamadas CLOACAS, donde en Roma estaba la CLOACA MÁXIMA, que desembocaba en el Tíber, que era motivo general de ADMIRACIÓN y ORGULLO entre la población.

-  Según Plinio el Viejo, en su tratado de Historia Natural, cuenta que el buen estado de los acueductos y la red de cloacas, que motivaron la higiene por el baño, evitaron las epidemias de enfermedades, como ocurrió desgraciadamente en la Edad Media).

- Pero la construcción de ACUEDUCTOS era una labora muy costosa y una "OBLIGACIÓN"  de las ciudades. ¿ CÓMO SE FINANCIABAN?

    * Pues mediante financiación PÚBLICO - PRIVADA .....Hace más de 2.000 años ya se hizo patente la necesidad de una COLABORACIÓN PÚBLICO-PRIVADA para gestionar un RECURSO BÁSICO para la población como era el AGUA. 1er EJEMPLO DE PARTICIPACIÓN PÚBLICO - PRIVADA en la Historia.

    *  Ejemplo: MARCO AGRIPA, general de Augusto, edil y cónsul construyo en Roma 2 acueductos; AQUA IULIA y AQUA VIRGO, donde empleó sus recursos mineros (que él controlaba) para realizar las tuberías de plomo. Y desde Augusto, los emperadores eran DONANTES Y MECENAS para financiar las costosas infraestructuras.

    * Era una tarea de los Gobiernos Municipales, pero la construcción la realizaban los MAGISTRADOS, con dinero público y privado.


UNA EMPRESA TITÁNICA

 - En el monumento funerario de Nonio Dato (en Saldae, Argelia) existe un testimonio de la construcción de un acueducto.

-  Los habitantes de Saldae, en tiempos de Adriano (117-138) fueron al procurador de NUMIDIA a solicitarles más agua para la ciudad. Entonces se encargó el proyecto a NONIO DATO, ingeniero militar (librator) que realizó el proyecto en el 138 y se construyó el acueducto en el 152. ¿Qué problemas surgieron?

    * Robos
    * Personal no adecuado
    * Asaltos a las obras (incluso el propio Nonio Dato tuvo que salir corriendo con los ropajes rasgados).


- Para los romanos era fundamental el mantenimiento óptimo del suministro hidráulico, y tenían los denominados AQUARII, los actuales FONTANEROS, un grupo de trabajadores especializados en el mantenimiento de Acuedustos.

-  Aquarii -- Eran técnicos al servicio de reparaciones, limpieza de canales, evitar obstrucciones y empeoramiento de la CALIDAD DEL AGUA abastecida a la ciudad.

-  Como los canales estaban abiertos, cada cierto tiempo se instalaban ALBERCAS (piscinae limariae), que servían para decantar las impurezas que arrastraba el agua.

-  También surgió la PICARESCA entre los Aquarii, y la AUTORITAS ROMANA, evitó los sobornos a los "fontaneros" para evitar las captaciones clandestinas de agua.

-  Frontino, en su tratado de los Acueductos de Roma (s. I d.C) denunció este hecho como FRAUS AQUARIOUM ( " EL FRAUDE DE LOS FONTANEROS"), que se servían de trampas y triquiñuelas para tener acceso al agua de forma ilegal.

-  El acceso al agua siempre ha tenido un PRECIO. Así los propietarios de casas con "servicio de agua corriente", pagaban por el servicio de agua una cantidad en función el calibre de la tubería de entrada.

- Los fraudes se daban cambiando la tubería de entrada. ¿cómo lo evitaban? Con el CÁLIX, Una tubería unida a una carátula empotrada en la parad con una decoración especial, para evitar falsificación y/o manipulación. En los mismos depósitos de distribución de agua también se instaló, denominada CASTELLA AQUARUM.

-  Los ACUEDUCTOS, no obstante, era el MÁXIMO ORGULLO y seña de identidad  del pueblo romano; así lo manifiesta Frontino, Senador y Curator Aquarum (supervisor responsable de los acueductos):

"COMPARAD SI QUERÉIS LAS NUMEROSAS MOLES DE LAS CONDUCCIONES DE AGUA, TAN NECESARIAS, CON LAS OCIOSAS PIRÁMIDES O BIEN CON LAS INÚTILES PERO FAMOSAS OBRAS DE LOS GRIEGOS" (Frontino).


Foto 5. Acueducto de Segovia. Construido por Augusto, estudios recientes indican que se trata de un acueducto de la época de Trajano. Emblema de HISPANIA, se levanta sobre un solo orden de arcos de varios pisos. Grandes sillares de granito del Guadarama sin argamasa lo componen, desde el río Acebedo durante kms, de los cuales la arquería tiene una longitud de 728 metros, con una altura total de 28 metros, con 166 arcos.


Foto 6. Partes que componen las arquerías de un acueducto romano. (1) Materiales: bloques de piedra, argamasa, hormigón, tejas, ladrillos, recubrimientos con mezcla de cal y cerámica triturada. (2) Andamios:  conforme avanzaba el trabajo se iban desplazando por parte de los obreros (may. esclavos) (3) Centrado: Pieza de madera que se usaba para situar los sillares del arco. (4) Pilares: Con altura máxima de 21 metros, y con arcos de medio punto lo más extrechos posible. (5) Arquerías: En puentes o viaductos, con arcos de medio punto y lo más ligeros posible. Para salvar los desniveles del terreno, para luchar contra la orografía. (6) Specus: El canal de agua por la parte superior, que a veces iba con un tejado, con uno o varios canales. 
  













ACUEDUCTOS, El orgullo de Roma ( 1ª parte)

Como ya avancé en su momento, mi interés por la Historia - en esta ocasión con mayúscula - va en crescendo, y periódicamente caen en mis manos ejemplares de la preciosa edición que hace National Geographic de forma mensual. Me interesan los "especiales" como el dedicado a las CIUDADES MEDIEVALES, que próximamente desgranaré en estas páginas digitales o el dedicado a ROMA.

El caso es que el su número 130, un magnífico reportaje de Isabel Rodà, Catedrática de Arqueología de la UAB, me dejó con ganas de saber más acerca de los ACUEDUCTOS ROMANOS, y en fechas venideras, haremos acopio de algunos libros que versan sobre la materia, acerca de cómo la ingeniería romana sigue sorprendiendo a propios y extraños.

En esta entrada dejo algunas pinceladas extraídas del reportaje, a modo de dardos envenenados para entender la ingeniería del agua, tan apasionante como importante en su época, hace 2000 años, que aún hoy seguimos desgranando la margarita, descifrando los pormenores de la gestión hidráulica romana.

Espero que les guste el collage, con fotos que ilustran los datos.

Saludos!!!!!!!

ALBERTO CAMPO BAEZA, entra en la RABA de San Fernando

Alberto Campo Baeza ingresa en la Academia de Bellas Artes

En su discurso, el arquitecto hizo especial referencia a sus actuaciones en la ciudad de la Alhambra
 
 
 
 
Alberto Campo Baeza.

Con el discurso Buscar denodadamente la belleza, el arquitecto Alberto Campo Baeza ingresó ayer en la Academia de Bellas Artes de San Fernando defendiendo que el cumplimiento de la función y el ordenamiento del espacio por medio de la construcción son pilares imprescindibles para acceder a la belleza.

En este discurso, que contestó en nombre de la Academia el escultor y arquitecto Juan Bordes, Campo Baeza analizó el concepto de belleza en el pensamiento creativo de algunos grandes artistas y escritores, para aplicarlo a su idea de la arquitectura. La arquitectura como "idea construida" será el eje de unas palabras en las que reivindicará esta idea como un producto del pensamiento.

Tres son las características que Campo Baeza entiende como propias de toda arquitectura que participe de la ansiada aspiración a la belleza: el carácter investigador, la precisión poética y la capacidad de trascender.

En su discurso hará referencia a algunos edificios referenciales que en la historia de la arquitectura han materializado la belleza funcional y constructiva; en particular, el Panteón de Roma, la Alhambra de Granada y el mítico Pabellón de Barcelona, tres ejemplos con capacidad para suspender el tiempo. En Granada también es la sede de la sede central de CajaGranada y del Museo de la Memoria de la misma entidad.

Además, abordó el anhelo de belleza en tres nombres fundamentales de la arquitectura contemporánea: Mies van der Rohe, Le Corbusier y Frank Lloyd Wright.

Campo Baeza concluyó definiendo el límite de la belleza en sus planteamientos arquitectónicos de la mano de Keats: "La belleza es la verdad, la verdad la belleza, esto es todo lo que sabemos en la tierra, y lo único que necesitamos saber".

Arquitecto y catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid, Alberto Campo Baeza fue elegido miembro numerario por la Sección de Arquitectura de la Real Academia el 24 de febrero de este año, a propuesta de los académicos Francisco Calvo Serraller, Alfredo Pérez de Armiñán y Tomás Marco.

El nuevo académico, que ocupará la plaza vacante dejada por José Luis Picardo, nació en Valladolid en 1946 y se formó en Madrid con Alejandro de la Sota, Julio Cano Lasso y otros prestigiosos arquitectos. Desde 1986 ocupa la cátedra de Proyectos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid.

Arquitecto de amplia trayectoria y reconocimiento internacional, su obra ha sido expuesta en Chicago, Nueva York, Vicenza, Estambul, Tokio, Atenas, Roma, Moscú, Madrid y otras ciudades del mundo.

Arquitecto con una obra rigurosa, refinada y de gran personalidad, su libro La idea construida es una de las publicaciones de referencia en la teoría arquitectónica española de los últimos decenios, con nueve ediciones en varios idiomas, desde su edición primigenia en 1996. El arquitecto estadounidense Richard Meier, Premio Pritzker, considera que desde los inicios de la carrera de Alberto Campo Baeza ha existido una comprensión y un dominio de la historia de la arquitectura que proporciona una marcada lucidez y sustancia a su obra. 
 
Fuente: Diario digital Granada Hoy

domingo, 23 de noviembre de 2014

LAS ESQUINAS DEL MAR

En el bravoso mar de la vida, que a veces golpea contra todo pronóstico en las simas del alma, y otras acaricia suavemente un recuerdo, hay esquinas que no debemos girar, ni siquiera para asegurarnos de quién puede esperarnos tras la sombra.

Existen viejos amigos que se aliaron con tu mejor amiga, aquellos viejos maestros convertidos en sabandijas de la corrupción, e incluso novias que perdieron el título en una noche loca junto a la Music-Box tras atragantarse de heavy metal y de tequila, mientras tus boleros en forma de súplica, no tenían ni la más mínima oportunidad de oírse en 100 kilómetros a la redonda. También es posible que un antiguo jefe ande rondando alguna esquina, suplicando a todos los santos porqué no tuvo más paciencia con ese trabajador afable que sólo quería aprender y aportar su pequeño granito de arena.

Lo que ocurre en este mar, inhóspito a veces, sereno en otras ocasiones, es que siempre puedes encontrarte con sorpresas. En el real y tangible, hay días que atunes de 150 kg otorgan notoriedad y premios al que lo calza. Y en otras ocasiones, los tsunamis golpean en la conciencia de los desilustrados políticos, ingenieros y arquitectos que construyen sin memoria colectiva, y sin atisbo de dejar un m2 de superficie sin cementar, como bien indicó en su día mi admirado Arturo Pérez-Reverte.

Pero en la línea recta - a veces con muchas curvas que afrontar - de nuestra vida, la estela que vamos dejando en dicho mar vivido, nos obliga a doblar gustosos esos puntos de inflexión que vienen a aportar la espuma: los amigos fieles, las esposas más fieles aún, los compañeros de trabajo que quisieras frecuentar después de las campanadas, los profesores que edulcoran tu alma, y siguen comprometiéndote intelectualmente, porque un día cierto comentario te hizo removerte en tus entretelas y sacar lo mejor de tí, mientras que la familia suaviza la tirantez de la esquina, te acomoda tu espíritu y te acerca a la esperanza y al amor, para que te agarres a ellos y puedas avanzar sin riesgos, sin icebergs que evitar, y sobre todo, con la convicción de que la estela de ese buque, debe de ser tan limpia como inocente es la mirada de un niño, tan honesta como lo es la sonrisa de un anciano cuando recibe su medicamento en forma de abrazo sentido, y debe de ser lo más sincera posible, como un beso entregado sin esperar nada a cambio.

En ese mar, el mejor capitán no tiene barco, y el mejor amarre seguirá siendo tu familia, seguirá siendo tu acompañante, seguirá siendo tu aventurera esposa, seguirán siendo tus amorosos hijos, seguirá siendo ese amigo que nunca falla, en definitiva, ese amarre serán aquellos a los que un día, enseñándoles tus brazos les dirías: "aquí tienes mis brazos, y los tendrás siempre, para lo que necesites".

Porque para ésos, precisamente, para esos amarres, este mar no tiene esquinas.


(En el Día Internacional de la Palabra, mis palabras van dedicadas a aquellos que día tras día, a pesar de todas las contrariedades en el agreste mar de la vida, siguen mostrando su brazos a los peces que quiere).

Entrevista a Antonio Muñoz Molina, en El Cultural

Antonio Muñoz Molina: "Los decentes que miran hacia otro lado agravan el desastre"


El próximo martes 25 aparece la nueva novela de Antonio Muñoz Molina, Como la sombra que se va (Seix Barral), centrada en la muerte de Martin Luther King y en la vida de su asesino, James Earl Ray. Memphis, Lisboa e internet han sido determinantes en su escritura, aunque no tanto como su propia vida. El escritor nunca había tenido tan claro el peso de lo concreto y lo literario que resulta lo real. De todo esto hablamos con esa tranquila lucidez tan suya.






Dice Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956) que como él no escribe en el desierto ni dentro de un frigorífico, sino “en medio de la vida”, la vida le va comiendo el terreno como una bacteria en el proceso narrativo y se va imponiendo cada vez más en sus novelas. La que ahora publica, Como la sombra que se va, está totalmente contagiada del virus de vida de Muñoz Molina. Es la historia de un asesinato, el de Martin Luther King, y la de su asesino, James Earl Ray, pero para ello ha necesitado una inmersión bíblica con todas las de la ley (también la hubo en El jinete polaco), un viaje a Memphis y otro a Lisboa; horas y horas de internet y, ya digo, vida propia a raudales.

La ventaja de ser dueño de una biografía literaria tan extensa y copiosa ya como la de Muñoz Molina -30 años, 25 libros- y de tener la actualidad marcada con su frecuente presencia en la prensa es que no es necesario explicar el tono monocorde y el sentido común que imprime el escritor a todo lo que dice, la sencillez y claridad con las que habla, su tranquila lucidez. Pero sí conviene aclarar que viene de pasar un año eufórico, que ha vivido en la novela con tal intensidad, y ha sido tanta la autosuficiencia que le ha proporcionado esta vez su vocación de escritor, que ahí se las den todas. Porque esa especie de epifanía, de salvajismo total y la alegría inmensa que sintió, todavía colean.

- ¿Cuándo y por qué empezó a intuir que la vida de Luther King y, más propiamente, la de su asesino serían la sustancia de su nueva novela?
- Siempre me ha fascinado el movimiento de los derechos civiles de Estados Unidos porque tienen mucho que ver con mis propias convicciones políticas, con mi idea de cómo cambiar el mundo y todo eso. Pero hace unos cinco años, leyendo un libro sobre el asesinato de Luther King , me topé de pronto con un pasaje en el que el autor cuenta que Ray, el asesino, había estado diez días en Lisboa. Me sorprendió mucho, me conmocionó esa conexión extraña con Lisboa, y escribí un artículo sobre eso, sobre de dónde proceden los libros, porque desde el principio pensé que ahí había un buen cuento.

Pero pasó el tiempo y pasaron muchas cosas, entre otras, la concesión del premio Príncipe de Asturias. Y viajó a Lisboa, a pasar con un hijo suyo el día de su cumpleaños. “Hay que ver, 26 años ya, y ví de pronto el arco de la vida, y no solo de la vida, ví el arco de la propia creación literaria, porque hacía 26 años que yo escribí El invierno en Lisboa, la novela que me cambió la vida. Y el círculo empezó a cerrarse, comenzaron a cruzarse las ideas, y vi claro que tenía que empezar a escribir Como la sombra que se va. Porque las novelas casi nunca salen de una sola idea. Siempre hay una especie de conjunción de señales que se cruzan.


No compadezco a Earl Ray. Lo único que tenía en la vida es que se sentía por encima de los negros"
Hay un capítulo en la novela, el penúltimo, que el escritor no tenía previsto hasta que no fue a Memphis. Un capítulo -cuenta ahora- escrito desde el punto de vista de MLK y para sumergirse en lo posible en su conciencia, aparte de escuchar sus discursos, Muñoz Molina volvió con mucho detenimiento a la Biblia. “El mundo de Luther King es inseparable de la Biblia. Los derechos civiles están empapados del lenguaje bíblico, de metáforas bíblicas y las cosas están vistas a través del filtro narrativo de la Biblia. El último discurso, días antes del asesinato, habla del sermón de la montaña y lo que hace en realidad es citar el Deuteronomio, cuando Dios le habla a Moisés de la tierra prometida, que nunca llega a conocer. En fin, yo intuía que tenía que encontrar un título que saliera de la Biblia, y leyendo los Salmos, que son una cosa tremenda, me topé con este: “Mis días son como la sombra que se va y como la hierba que se ha secado”. Y supe que ya lo tenía.

Con simpatía pero con falta de interés. Así cree el escritor que hemos visto siempre aquí la figura de MLK. “Es comprensible. Cuando vives en una sociedad que no está marcada por el conflicto racial, es muy difícil entenderlo. Aquí no sabemos lo que es. La parte fascinante es ver cómo, utilizando la ley y por medios pacíficos, más aún, con una no violencia activa, de pronto la gente tiene un gesto de dignidad y decide que se va a rebelar, y además lo hace en una condiciones terribles. Fue extraordinario ver cómo a mediados de los 50 el gobierno Federal estadounidense se impuso e hizo cumplir la ley. Porque lo decía la ley y ellos estaban allí para hacerla cumplir”.

El pecado original del racismo

Después de leer Como la sombra que se va, lo sabemos casi todo del asesino Ray. Sabemos que olía a desodorante y a brillantina, que dormía mucho, que leía todos los días dos periódicos y el semanario Newsweek, además de muchos libros; que era olvidadizo, que escribió más de 400 cartas desde la cárcel, que se conservan en el archivo de la Boston University; que escribió mientras estaba preso dos autobiografías... Tal convivencia con el asesino le ha provocado al escritor el deseo de saber más, incluso qué pensaba, qué soñaba.

- ¿Cómo ha ido cambiando su percepción? ¿Ha llegado a comprenderlo, a perdonarlo?
- No. No. Hombre, hay que hacer el esfuerzo de ver a la gente en sus propios términos y gracias a la inmensa documentación sabemos que fue un personaje con una vida espantosa desde que nació. Se dice que comprenderlo todo es perdonarlo todo. Pero no. Creo que no le compadezco. Porque tenía ese terrible pecado original del racismo, que a mí me parece terrible. Ray pertenecía a esa clase tremenda que los americanos llaman “white trash”. Son esas gentes pobres de raza blanca que lo único que tenían en la vida es que estaban por encima de los negros.

Lo literario que es lo real

Como la sombra que se va le ha servido además al narrador para reflexionar sobre la naturaleza de la novela desde sus propias tripas, y su tránsito particular de una novela más juvenil cuyo ejemplo claro es El Invierno en Lisboa y esta otra en la que ya ha descubierto lo literario que es lo real, “lo estrictamente real”, recalca. “Porque la novela se hace -insiste- con todo lo que se sabe y todo lo que no se sabe, y me resulta fascinante la reflexión sobre el peso de lo concreto, en este caso el detalle de qué libros leía Ray, qué llevaba en la maleta cuando huyó...”

En España todavía no se tiene asumido que no hay democracia sin el respeto a la minoría, a la soledad"
Todo eso lo encontró en internet, sin el cual el libro habría sido imposible. Más que eso: la novela procede de la abundancia y facilidad de las fuentes originales que tenemos en internet, especialmente a raíz de l apertura de los archivos del FBI. “Entrar de pronto en una página de internet y ver que allí estaba todo me produjo auténtico temblor. Ver los originales escaneados del informe forense, escuchar las voces... Por ejemplo, dí con un reportaje en la que una periodista portuguesa contaba que había hablado en 2006 con la prostituta con la que estuvo Ray en Lisboa, una mujer ciega que vivía rodeada de tortugas, de pájaros, de perros y gatos, en una barriada pobre de Lisboa. Eso, por ejemplo, ¿quién se lo inventa? Ahí está lo concreto, tan fundamental en una novela. Sí, porque la imaginación es muy limitada.

-Por eso dice su narrador que la imaginación narrativa no se alimenta de lo inventado sino de lo sucedido.
- Sí, siempre ocurre esto.

- Pero no tanto como ahora, ¿no? Hoy la ficción y la no ficción se confunden, se mezclan, se diluyen en el mismo proceso creativo...
- Sí, siempre ha sucedido, desde el Quijote. La novela siempre ha jugado con hacerse pasar por realidad, o con confundir al lector acerca de la naturaleza de lo que se está contando. No olvides que Robinson Crusoe se presentó originalmente como un testimonio real, no como una novela. Y lo mismo, mucho antes, el Lazarillo. A eso hay que añadir la importancia del gran periodismo narrativo en el siglo XX, que es literatura y ha tenido un gran influjo sobre ella: Chaves Nogales y Pla en España, los grandes americanos, no solo Truman Capote, sino en el Hiroshima de John Hersey, que es mejor literatura y mejor periodismo. O piensa en lo que hace en Francia Emmanuel Carrère, o lo que hizo Patrick Modiano en Dora Bruder. Creo que hay un flujo continuo entre la ficción y la no ficción, aunque también creo que deben marcarse muy claramente los límites. No ficción implica rigurosamente no inventar. Desde el momento en que inventas, por poco que sea, el resultado final es ficción.

Los canallas y los decentes

“De nuestro siglo XX no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de los justos” (Martin Luther King).

-¿Comparte esta afirmación?
-Esa frase, que es el resultado de una amarga experiencia personal, por desgracia puede aplicarse en muchas circunstancias. Porque están los canallas, pero están también las personas decentes que miran a otro lado, o prefieren callar, o no señalarse, y con esa pasividad agravan el desastre.

-¿Está usted también apesadumbrado por todo lo que está pasando?
-Sí, pero yo no quiero dejarme llevar por el nihilismo, ni por esa especie de impulso apocalíptico que se está dando ahora. Creo que hay que actuar con racionalidad, con pensamiento crítico, ser pragmático, y creo que no debemos caer en la exasperación. Comprendo perfectamente que haya gente que, con razón, caiga en ella, pero veo mucha hipocresía en los más catastrofistas, cuando muchas veces son ellos los más privilegiados.

También hay gente valerosa, piensa después en voz alta Muñoz Molina. Fíjate en Javier Cercas. “La dignidad con que un novelista de la posición de Cercas hace explícitas sus ideas y opiniones me parece admirable. Yo creo que en España todavía no se tiene asumido que no hay democracia sin el respeto a la minoría, y no solo a la minoría, también a la rareza, a la singularidad, a la soledad. El problema es que en España la gente no dice lo que piensa.

-¿Y por qué cree que es?
-Supongo que por esa hipocresía. En España decir lo que se piensa se confunde con hablar con grosería. Sale uno insultando y gritando por tv y se dice ‘este tío es auténtico, este dice la verdad'. Creo que en este aspecto otras sociedades son más avanzadas que nosotros. Vivimos en una sociedad democrática y no pasa nada por decir lo que se piensa.

Entrar en los archivos del FBI en internet me produjo temblor. Ver los originales, escuchar las voces..."

Herramientas defectuosas

-Quizá la gente no quiere líos. Y decir lo que se piensa a veces ocasiona problemas.
-Las personas de mi generación que todavía conocimos el franquismo, nos acordamos bien de cuando no había libertad de expresión. Y a una cosa que yo no voy a renunciar nunca es a esa libertad de expresión, porque conozco la diferencia. Y ahora parece que mucha gente la desconoce. Pero, ojo, que la libertad si no se usa, se pierde.

- ¿Por qué nos resulta tan difícil entablar debates serios y sosegados sobre asuntos políticos?
- El problema es que nuestras herramientas para conocer la realidad y tomar decisiones racionales y eficaces sobre ella son muy defectuosas. ¿Dónde están los datos precisos que nos permitirían entender y juzgar lo que nos sucede? ¿Y dónde hay ámbitos de debate verdadero, que sea útil, del que se puedan derivar decisiones? Todo es palabrería. Muchas frases y muy pocos números. Muy poco sentido práctico. Ninguno de los problemas que tenemos puede resolverse sin grandes acuerdos democráticos sobre cuestiones básicas, entre las fuerzas políticas, entre ellas la reforma radical de su propio funcionamiento. Me gustaría que fuera posible aplicar a la vida política una parte del sentido común que casi todo el mundo aplica a su vida personal.

-He leído que le gustan los excéntricos. ¿Qué resulta hoy más excéntrico, apoyar las tesis de Podemos o cuestionar sus planteamientos?
-Hay una cosa terrible en España, y es que de golpe se vuelve difícil y hasta peligroso no acatar las unanimidades obligatorias.

Le pregunto a Muñoz Molina si no teme que el hombre de pensamiento que hay en él se vaya comiendo poco a poco al novelista, y contesta rotundo que no, porque “a mí lo que más me gusta en la vida es la novela. Ahora bien, la novela llega o no llega. La novela es irracional. Yo no sé si voy a escribir otra novela. Nadie lo sabe. Ni si sí, ni si no. Cuando Philip Roth dijo que no volvería a escribir otra novela, me hizo pensar. ¿Y cómo lo sabe? Porque yo nunca lo sé”.

Fuente: EL CULTURAL.ES 

viernes, 14 de noviembre de 2014

NUEVO LIBRO DE ARTURO PÉREZ-REVERTE

Perros e hijos de perra

«He tenido cinco perros. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra.»

Perros de presa adiestrados por gente sin escrúpulos, un chucho mejicano tuerto y digno, el fila brasileño que no era un asesino, Jemmy y Boxer, que cruzaron el Valle de la Muerte con la Brigada Ligera, el perro flaco y bastardo de la batalla de Rocroi, o Sherlock, el teckel de pelo fuerte y sólidos silencios, son algunos de los protagonistas en los artículos escritos por Arturo Pérez-Reverte entre 1993 y 2014 que se recogen en esta antología, ilustrada por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau.

«Ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.»
Arturo Pérez-Reverte

 

 

 

 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Alvar Aalto, un maestro del siglo XX

En el número 164 de la revista Arquitectura y Diseño, encontramos un reportaje sobre uno de los grandes arquitectos del siglo XX. ALVAR Aalto. Vamos a desgranar aquí las pinceladas más interesantes del mismo, elaborado por Rafael Hernández.

* Aalto fue uno de los máximos exponentes del siglo XX.

* Fue un arquitecto "humanista", descendiente de los renacentistas.

* Vitra va a exponer la obra de este genio, hasta febrero del año 2015.

- Alvar Aalto expresó que el funcionalismo convertido en pura expresión formal NO era la razón de ser de la arquitectura.

- Tampoco la ARQUITECTURA DE PRODUCCIÓN, en serie y fría y deshumanizada, que se extendía por Europa a mediados del siglo XX.

- Aalto creía en la ESTANDARIZACIÓN pero criticaba las presiones (véase TRADICIÓN, ESTILO ó NORMATIVA) que oprimían cualquier proceso creativo de cualquier obra.



- Criticaba el "Diseño uniforme", que resolvía de una tacada todas las miles de decisiones de cualquier diseño.

" El mejor comité de estandarización es la naturaleza, pero esta aparece casi exclusivamente en sus unidades más pequeñas, las células. Ello da como resultado millones de combinaciones elásticas en las que no hallaremos formalismo alguno", A. Aalto.

- Las características más profundas y fundamentales de su arquitectura fueron: VARIACIÓN Y CRECIMIENTO, que le obligaban a enfrentarse a los rigores del estilo y la norma.

- Dedicó muchas energías a lograr una evolución de la ARQUITECTURA hacia entornos más amables para los "usuarios" (de ahí su "humanización"); Estudió los comportamientos y reacciones de las personas a las formas arquitectónicas, tipos de iluminación, investigó los materiales para tratar de hacerlos evolucionar hacia lo que llamaba el HUMANISMO DE LA ARQUITECTURA.

- Defendió el concepto de Arquitectura Moderna, cuando el "racionalismo" languidecía.

- Propuso una nueva era de la arquitectura donde esta proyectaría los métodos racionales desde el ámbito técnico al terreno psicológico y humano.

- Su Coherencia y su grandísima obra de extrema calidad le valieron su consideración de MAESTRO junto a figuras clave del siglo XX, como LE CORBUSIER, MIES VAN DER ROHE o WALTER GROPIUS.

FRASES CÉLEBRES

- "LO QUE DICE UN ARQUITECTO DEBE IMPORTAR UN COMINO; QUE NO NOS ENGAÑE CON  BELLAS PALABRAS, LO IMPORTANTE ES LO QUE HACE"

Nota del blog: Si cambiamos la palabra arquitecto por político, también tendría un extraordinario sentido...y más aún en los tiempos que corren.

- "LAS FLORES DEL MANZANO SON ESTANDARIZADAS, PERO CADA UNA ES DIFERENTE. ASÍ DEBERÍAMOS CONSTRUIR".

 



 









viernes, 7 de noviembre de 2014

BERNINI, EL HOMBRE DE MÁRMOL

Bernini, el hombre de mármol

Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la Corte española

Museo del Prado. Paseo del Prado s/n. Madrid. Hasta el 8 de febrero.

El próximo jueves el Museo del Prado presenta la primera exposición que se celebra en España de Bernini, uno de los más grandes y polifacéticos artistas de la Roma barroca. Comisariada por Delfín Rodríguez, la muestra incluye una treintena de obras, entre esculturas, óleos y dibujos del artista romano, y pone el foco en su relación con la Corte española. Éxtasis de mármol.







Anima beata y Anima dannata, de Bernini


En estos tiempos en que nos lamentamos del escaso peso de España en el panorama internacional y más todavía de su errática política cultural, resulta toda una lección (de Historia si es que no de estrategia) conocer la relación de la monarquía hispana con uno de los mayores genios del barroco. Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598- Roma, 1680) fue, ya lo sabemos, un escultor sensacional (sólo superado por Miguel Ángel) y un arquitecto sin el que Roma no sería esa ciudad donde lo misterioso y lo luminoso se mantienen en equilibrio. Lo interesante de esta exposición su atrevido propósito de presentar con justicia al autor de obras como el Éxtasis de Santa Teresa o la Plaza de San Pedro. Lo valioso es asimismo su investigación de cómo sirvió Bernini al proyecto de los dos últimos austrias de hacerse presentes ellos mismos y a la corona española en la ciudad de los Papas.


Es la primera exposición que se le dedica a Bernini en nuestro país y cuenta con un total de 39 piezas buscadas con dedicación en colecciones de varios continentes. Encontraremos dibujos, óleos y esculturas del propio Bernini, además de libros y grabados de sus creaciones. Además, algunas obras de contexto, si es que se pueden rebajar a este rango los deslumbrantes retratos de Felipe IV y Carlos II, de Velázquez y Carreño de Miranda respectivamente.



Toda la trayectoria de Bernini está ligada al papado: Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII, y especialmente los dos primeros, le hicieron encargos trascendentales. El primero, el Baldaquino de bronce que cubre el altar mayor de la basílica de San Pedro. El último, la inmensa columnata que abraza el espacio ante el mencionado edificio. Curiosamente, como aprenderemos en esta exposición, estas obras tan rotundas se inspiran en arquitecturas efímeras, como fueran los palios de los pasos de Semana Santa o el diseño de la escenografía (“Teatro y aparato solemne” lo llama el autor) de la canonización de Santa Isabel de Portugal. La actividad de Bernini fue asombrosa: construyó iglesias y capillas, plazas y fuentes, diseñó fiestas y ceremonias (¡era especialista en fuegos artificiales!), y todavía fue autor teatral, pintor y escenógrafo. 



La ciudad de Roma es su mejor museo. Pero como ya conocemos al Bernini monumental, podemos acercarnos al más íntimo. Una de las joyas de esta exposición tiene reducidas dimensiones y, sin embargo, una presencia abrumadora. Me refiero a esos dos retratos del alma que son precisamente Anima beata y Anima dannata, que se conservan en la embajada de España ante la Santa Sede en Roma y que se exponen por primera vez en el Prado. Fuertemente imbuido de las ideas de la Contrarreforma y por lo tanto advertido de la suerte que nos espera, Bernini se aplicó a visualizar la disyuntiva atroz. Anima beata es, en efecto, un rostro sereno y embelesado, la expresión del alma de un bienaventurado. Anima dannata es la expresión misma del espanto, un grito congelado que transmite mejor que cualquier sermón cómo se siente el alma de un condenado. Si volvemos a la historia, vale la pena comprobar que las realizó en 1619, con poco más de veinte años. Y que fueron un encargo del prelado español Pedro de Foix Montoya, probablemente para su tumba. En esta, ubicada en una capilla de San Giacomo degli Spagnoli, encontraríamos también un extraordinario busto del religioso. 





En la exposición podremos, al menos, ver en directo otro: el de Scipione Borghese, del que se dijo en la época “está verdaderamente vivo y respira”. El realismo de esta escultura no es menor, sin embargo, que el un ente invisible como es el alma. A no ser que el modelo de la dannata fuera el mismo escultor, como se ha especulado. Sea como fuere, estas esculturas indican que ya desde una fecha temprana se estableció una fluida relación entre el escultor y diversos mecenas españoles, incluida la propia corona. Entre sus encargos más destacados figuran dos: el de Santa Teresa en éxtasis, ubicado en el espléndido entorno de la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa Maria della Vittoria en Roma y el monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore. Este último, que representaba la culminación de una cuidadosa operación de de propaganda dinástica, política y religiosa, Bernini no llegó a verlo culminado. En esta muestra contamos con un modelo de terracota para la estatua de la santa y con una aguada preparatoria para el retrato real. 



La fama del escultor había saltado las fronteras cuando en 1664 el rey francés Luis XIV logró que el Papa Alejandro VII le cediera su artista favorito. Aunque el propósito del monarca y su ministro Colbert era encargarle la remodelación del Louvre, Bernini no llegó a un buen entendimiento con los restantes comisionados y desistió de seguir adelante. La experiencia francesa fue pues un fracaso, pero aún así modeló un retrato ecuestre en terracota del rey francés, que poco después terminó por convertirse en la cabalgadura y el torso de otro retrato, el del monarca español Carlos II. La última fase de la relación de Bernini con España corresponde a su amistad con Gaspar de Haro y Guzmán, VII marqués del Carpio, que fue embajador en Roma entre 1676 y 1682. Mecenas y coleccionista conocido en toda Europa, le encargó varias obras, entre ellas una réplica, casi a tamaño real, de la Fuente de los Cuatro Ríos de la Plaza Navona que había construido años atrás. Podemos disfrutar en esta exposición de muchas obras bellas e interesantes, y hacernos cargo de cómo funcionaba un mundo en que los artistas desempeñaban el papel que hoy tiene una cadena de televisión. En cuanto a Bernini, no hace sino abrirnos el apetito del ojo para seguir mirando su inabarcable producción


Fuente: El cultural

sábado, 1 de noviembre de 2014

EL ÚLTIMO JUGUETE

Gonzalo estaba impaciente. Se movía todo el rato. En la ducha, mientras su madre lo enjabonaba, contaba con los dedos de su inocente mano los juguetes que disponía para someterse a su ritual de juego y jabón diario. Después del aclarado, los iba colocando minuciosamente en la estantería de piedra junto a la bañera, una vez despojados de toda suciedad y de toda malicia. Se despedía de ellos hasta el próximo día con un "hasta mañana".

A la hora del desayuno, mientras veía los dibujos animados en el televisor, se había aprovisionado de unos cuantos elefantes, gorilas, caballos y rinocerontes para que lo custoriaran mientras las galletas, la leche y el zumo iban hidratando al pequeño Gonzalo.

Su madre lo vistió de forma primorosa con pantalón chino beige, camisa mao a rayas azules y beig y rebeca de algodón. Hoy tocaba visitar a papá. Era su día. Y sentado en su silla del coche familiar, iba cantando canciones de los cantajuegos, sabiendo todas las letras, y entonando perfectamente. A la puerta del cementerio, una comitiva detuvo a madre e hijo. El pequeño ataud blanco provocaba el llanto perpetuo y constante de todos los familiares, congregados en torno a esa inocente alma que yacía encima de hombros incrédulos de cómo la enfermedad puede sesgar una vida sin pestañear.

Después de que todos entraran al camposanto, la madre se dirigió hacia la tumba de Alberto, su Alberto. Dos años atrás, un camión perdió el control y embistió el coche de su marido provocandole un traumatismo craneoencefálico que apagó su vida, después de dos intervenciones y tras tres días en coma. Enfrente del amor de su vida, su hijo jugaba con un perro que correteaba junto a él, ajeno al dolor de una madre que aún se preguntaba por qué. Una vez que arregló la tumba de mármol impoluto, y la limpió de toda hojarasca, Ángela reparó en que la tumba de al lado era de un niño de 2 años, la misma edad a la que Gonzalo perdió a su padre. Y notó que estaba desaliñada. Cubierta de ramas y hojas, el moho ya había comenzado a roer las esquinas. John Arlington (1978-1980). We love you forever se podía leer en la lápida.

Al terminar de limpiar la lápida y mientras Gonzalo miraba atentamente a su madre, éste le preguntaba quién se encontraba allí, y su madre - improvisando una historia - le dijo que era un niño pequeñito que se encontraba muy enfermo y que otro día le contaría toda la historia. Y haciendo un gesto rápido sacó un perrito de peluche que llevaba en el bolso grande, y le preguntó a Gonzalo si le parecía bien que se lo regalaran a John, para que le hiciera compañía. El noble y doble gesto de afirmación del hijo con la cabeza permitió a John disponer de un guardián de su alma.

El día siguiente, domingo, mientras que paseaban por el parque, Ángela le contó a su hijo que John era hijo de un americano, militar naval que aterrizó en España, viudo, puesto que justo después de dar a luz, su madre sufrió una infección que acabó con su vida. El gran militar condecorado, no tuvo tiempo de reponerse cuando se contagió de una enfermedad mortal, y tuvo que entregar a su hijo a un orfanato local. Durante los dos años siguientes fue la luz que iluminó las 4 paredes de dicho hospicio, dotó de tanta luz al centro, que el día que murió de muerte súbita, las puertas se cerraron para siempre, y no compraron más juguetes para más niños.John fue la última alma que recibió el último juguete. El dolor por la terrible pérdida era tan grande que las hermanas sellaron su alma con el recuerdo permanente.

Ésto le contó el enterrador municipal del cementerio de Rota a Ángela, quién desde entonces, con su hijo Gonzalo no dejó de visitar a John, de regalarle peluches, de cantarle música, de convivir con su alma viajera, que se fue en busca de una madre y de un padre enamorados, que lo esperaban con los brazos abiertos en la vida eterna.

RIP.    









  

sábado, 25 de octubre de 2014

Los arquitectos y el castillo de aire

Los arquitectos y el castillo de aire

El encuentro entre Frank Gehry, Premio Principe de Asturias de las Artes 2014, y Rafael Moneo en LABoral levantó un castillo de aire donde sin duda podrían haberse levantado un modesto edificio de pensamiento y correspondencia con el interés de los asistentes.

Quizá fuera un error de los asistentes al acto esperar lo que su título (Arquitectura: el futuro en construcción) decía de éste: un debate sobre el futuro de la arquitectura nada menos que entre el flamante premio Príncipe de Asturias de las Artes 2014, el arquitecto canadiense asentado en Los Ángeles, Frank Gehry (1929), y quien recibiera el mismo galardón hace dos años, Rafael Moneo (1937), con la moderación de la italiana establecida en Barcelona Benedetta Tagliabue (1963), otra arquitecta y, curiosamente, integrante de los dos jurados que premiaron a ambos patricios del arte y oficio de proyectar y diseñar edificios, estructuras y espacios. Pero, por desgracia, el título del acto no tuvo mucho que ver con lo que sucedió ayer por la tarde en el espacio de La Nave de LABoral, Gijón.

Un debate, nos dice el diccionario de la RAE, es una controversia o discusión, o, incluso, una contienda, una lucha o un combate. Frank Gehry y Rafael Moneo, autores de dos modelos bien distintos de concebir la arquitectura, dueños de una visión particular de lo que es el arte, conocedores experimentados como pocos de las muchas luces y (acaso más que nunca) sombras que bañan su antiguo y venerable oficio en el presente y sobre lo que dejarán detrás suyo cuando tengan que interrumpir forzosamente su actividad, podrían haber confrontado sus posiciones sobre cualquiera de un sinfín de asuntos ante quienes llenábamos aquella gran sala. Pero lo que ocurrió es que dos de los más reputados y premiados arquitectos del mundo y una arquitecta también reconocida, continuadora de una labor también histórica (la del que fuera su esposo Enric Miralles) e integrante del jurado de los premios Príncipes de Asturias, levantaron, digámoslo así, un castillo de aire donde sin duda podrían haber levantado siquiera un modesto edificio (una barraca, un hórreo, una casa baja de aldea) de pensamiento y correspondencia con el interés de los asistentes.

El cansancio de unos y otros puede explicarlo. Al del premiado Gehry contribuyó seguramente la tensa rueda de prensa anterior en el hotel Reconquista de Oviedo. Fue a ese cansancio y aturdimiento al que recurrió el Premio Pritzker de Arquitectura 1989 y autor de edificios tan emblemáticos como la “Casa Danzante” de Praga, el Disney Concert Hall de Los Ángeles o el Museo Guggenheim de Bilbao, para disculparse al poco de contestar a la pregunta de un periodista sobre los que le acusan de practicar la arquitectura-espectáculo con un (a estas alturas ya casi viral) gesto castizamente ofensivo con su dedo anular. El mismo cansancio que posiblemente hizo que su lengua se soltara para confesar su impresión de que “el 98% de lo que se construye y se diseña hoy es pura mierda”. No puede negarse que Gehry, a sus atareadísimos 85 años, lleva unos días de actividad agitada, tras pasar por París, donde se ha convertido en uno de los protagonistas de la temporada cultural con la muestra sobre su obra en el Centro Pompidou y donde acaba de inaugurar el nuevo edificio que ha creado para el espacio de arte contemporáneo la Fundación Louis Vuitton.

Pero la falta de un planteamiento adecuado para un encuentro de esta clase también parece responsable de ello. Quizá a veces se confía demasiado en el talento de los premiados, en una genialidad que todo lo puede, incluso sobre un escenario. Como si un premio Príncipe de Asturias tuviera que tener las dotes de un músico de blues, un profeta tocado por el espíritu divino o un tertuliano habitual de la televisión. Parece confiarse en que un debate sobre el futuro de una disciplina no es algo que haya que preparar, moderar, respetar. Y quizá sea de lo más absurdo pensarlo con respecto a gente como novelistas o poetas, ensayistas, realizadoras de cine, arquitectos, científicas, historiadores, investigadores, etc., cuando todos cosechan sus obras tras un ejercicio cuidadoso, obsesivo, amatorio, onanista, de su trabajo. Horas y horas de preparación, desesperante desempeño, aprendizaje incansable del oficio y de lo que en la calle llamamos curro. O lo que se plantea es un debate o es un encuentro amistoso, de reconocimiento, casi de pleitesía y vasallaje, como el que se le hizo el año pasado a Haneke, por ejemplo. En todo caso, esa costumbre de que los encuentros que se proponen en este entorno de premios tengan más de baño y masaje que de debate o intercambio intelectual, no tiene por qué estar reñido con la gracia y la viveza. Ante un público interesado donde se reunía parte de la profesión, no es que no hubiera una ardiente pelea dialéctica. Es que apenas se ofreció un discurso. Ni de lejos se plantearon dudas sobre la función de la arquitectura en la economía imperante, sobre gentrificación, planificación urbanística, lujo, arquitectura y tercer mundo, edificación y sostenibilidad, la arquitectura ante el problema de la vivienda, sobre el arte y el poder, etc.

Pese a ello, ayer por la tarde los temas de interés salieron, por supuesto. Salían como palomas mensajeras de una gran jaula, lanzadas al éter para dirigirse al frente de un combate lejano, como un globo que se le ha escapado a un niño o, si lo prefieren, como el aire caliente de una estancia al abrirse y cerrarse una puerta: nada los atrapaba y los ubicaba en el terreno, nada convertía toda aquella experiencia y saber a tres bandas en pilares con que cimentar una conversación pública a la altura de las circunstancias.

De modo que flotaron por el aire interesantísimos asuntos que tenían que ver con el primordial oficio de la arquitectura, sobre los diferentes papeles del dibujo y de la maqueta en la creación, sobre la posibilidad de tener el control de un proyecto mediante el cálculo y el uso de programas informáticos. Sobre cómo usar con demasiado apego la tecnología avanzada comporta el riesgo de acabar prefigurando el estilo y los edificios pareciéndose demasiado entre sí. Se habló de la relación con los constructores, y que, debido a los pleitos, el arquitecto norteamericano se ha infantilizado. Sobre la función escultórica y del contexto urbanístico en el trabajo de Gehry, sobre lo que supuso la construcción del Guggenheim de Bilbao en cuanto a obra, costes e impacto para la ciudad y su uso pionero de los ordenadores para proyectar. Sobre la influencia asiática en la arquitectura de éste, sobre el escaso interés por la arquitectura en Estados Unidos, y sobre ésta como fusión entre arte y negocio, como modelo de negocio para las ciudades. Se charló amablemente y sin tensión, por encima, con una mezcla de confianza en lo ya sabido y aparentemente con la noción de que aquello no era más aire movido por palabras, de los miles de brazos que hacen posible un edificio, de la arquitectura imperfecta de las callejuelas de París, del arte de la construcción la catedrales románicas y de la irregularidad de los pilares de Santa Sofía en Estambul. Y finalmente del programa educativo para las artes Turnoaround, impulsado por el gobierno de Obama como plan de choque mediante actores de la cultura para unas decenas de escuelas de barrios pobres y con malos resultados en Estados Unidos, en el que participa Frank Gehry.

Y, así, de puntillas, transcurrieron los cincuenta minutos de esa charla de amigos. Y, sin ninguna pregunta por parte del público, los tres arquitectos abandonaron su triángulo de sonrisas y los asistentes de ese ágora desfilaron hacia la salida, no se sabe si perplejos o deslumbrados por la caricia imperceptible del aire de los genios.




Fuente: El Cultural

Entrevista a Alberto Campo Baeza

Alberto Campo Baeza - Arquitectura con diez minutos de reposo


En un contexto de crisis económica, desigualdades sociales cada vez más acentuadas y desempleo, ¿sigue teniendo vigencia la belleza como fin arquitectónico? Alberto Campo Baeza, arquitecto español de gran reconocimiento internacional, Catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de Madrid y Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, defiende una arquitectura real que entiende el lugar como primer ingrediente del proyecto.

[The Bo Review of Human Arts] Su arquitectura se ha relacionado en muchas ocasiones con la poesía. ¿Se apoya usted en dicha disciplina durante el proceso de creación arquitectónica o entiende la relación con la poesía en una lectura a posteriori, relacionada con la experiencia propia?

[Alberto Campo Baeza] La pregunta es muy adecuada, pero el tema es mucho más sencillo. Cuando yo personalmente comparo la poesía con la arquitectura es para hablar de la precisión; algo que entiendo como común a ambas artes. Es algo más general que la idea de que yo me pueda poner a leer poseía mientras haga arquitectura o después cuando termine una obra.

Se piensa muchas veces que la arquitectura nace de una especie de gesto artístico. Entendiendo por «artisticidad» algo puramente intuitivo y gestual; un suspiro, y en un minuto, viene el genio y hace una obra de arquitectura. Pero la realidad es muy distinta. Creo que es más fácil entender que la poesía requiere también esta enorme precisión y no es un tema de verso libre donde se vayan poniendo palabras. Por eso hago esta comparación y, por eso, hablo de poesía.

La poesía es algo construido y necesita una métrica. Esta métrica es endemoniada y compleja. No es baladí - que diría un cursi- el que a lo largo de muchos siglos la poesía se haya apoyado en el soneto: una forma poética que tiene una serie de cualidades de equilibrio, de tiempo, de ritmo… que son muy próximas al ser humano. En un soneto, las palabras están colocadas con enorme precisión. Si en cualquier poema cambiamos de orden las palabras, aquello que era emocionante deja de serlo. En una obra de arquitectura pasa algo parecido, y por eso es tan importante esta precisión.

[Bo] Es autor de muchos textos que rondan la idea de belleza, de búsqueda de la libertad, de la verdad. ¿Cómo pueden encajar estas ideas, en apariencia tan sublimes, en un contexto arquitectónico-económico-social como el actual?

[ACB] En la vida del hombre es siempre compatible lo más ruin con lo más sublime, porque así somos los seres humanos. Existen muchas labores creadoras que tienen como objetivo esta búsqueda de la belleza. Tal es el caso concreto de la arquitectura. Nosotros podemos, de la mano de Platón o de la mano de San Agustín, volver a decir una vez más que la belleza es el resplandor de la verdad. Esto no es solo una frase redonda. Vitrubio habla de la Utilitas, de la Firmitas y de la Venustas, como los tres principios sobre los que descansa la arquitectura. La Venustas es la belleza, y para que sea válida deberán primero darse obligatoriamente por cumplidas la función y la rigidez del edificio. Recuerdo a un arquitecto japonés, muy conocido ahora, con una casa que se desarrolla toda ella a lo largo de una escalera de madera, donde muchos jóvenes arquitectos se miran y entienden que quizás sea eso la nueva arquitectura. Como escultura yo creo que es preciosa, también lo es como instalación, y para hacer una performance es perfecta. Pero no lo es para vivir todos los días. La función de una casa es dar alojo y hacer que la gente que ahí viva, viva feliz. Una casa donde para ir al baño tienes que bajar 50 escalones puede ser muy simpática o muy bonita, pero no sirve como vivienda. Y a esto me refiero cuando digo que primero han de ser cumplidas esa utilitas (esa función) y esa firmitas que antes mencionaba.

La belleza es algo misterioso, es inefable, difícil de explicar, pero no infalible; porque sí es alcanzable. La belleza no está reservada a unos señores elevados. Velázquez, por ejemplo, era un tipo normal, simpático, cuyo trabajo era ser aposentador del rey y realizar tareas como ir a Italia a comprar cuadros para la corte, es decir, no flotaba. Tampoco lo hacía Bernini, que se pegaba una buena paliza yendo a París para poder hacer el Louvre y se volvía finalmente con «el rabo entre las piernas», perdóneseme la expresión, sin llegar a realizarlo nunca. Bernini era sencillo, un tipo devoto, que, como cualquiera, tendría sus cosas, y sus peleas con Borromini de vez en cuando. Pero uno coge las obras de Bernini y son, como dicen los italianos: 'da morire' (son de morir, son maravillosas). ¿Hace falta que uno ande flotando para llegar a esto? No, como ya he dicho, tanto Bernini como Velázquez eran tipos normales, valiosísimos; pero no iban con batón, ni flotando, como van ahora algunos de estos arquitectos del 'Starsystem' [1] que a mí me ofrecen muchas sospechas.

[Bo]¿En qué medida se ven sus proyectos afectados por las características espaciales del lugar donde se sitúa?

[ACB] Completamente. No se puede empezar a trabajar sin conocer perfectamente el sitio, el paisaje, la naturaleza o la ciudad donde se localiza el proyecto. La arquitectura no debe ser nunca algo cruel o impuesto. Hay un diálogo de la pieza arquitectónica con el lugar. Si un lugar es hermosísimo, uno se abre. Si uno tiene el horizonte lejano, uno puede abrirse de otra manera. Si el lugar es feo, uno se cierra, siempre manteniendo un diálogo aunque cada vez sea de manera distinta.

Ahora ahora tengo la suerte de tener un encargo de larga duración en Gaucín, el primer pueblo de Málaga pasado Cádiz. En el lugar donde vamos a hacer la casa hay una precisa orientación desde la que uno puede ver África delante, en un plano más próximo el peñón de Gibraltar y en un primer término un precioso valle. Claramente toda la casa va a bascular sobre este tema. ¿Y cuál es este tema? Alguien que haya visto algo de mi obra podría preguntarse, ¿no estaba usted con el tema de la plataforma…? La respuesta es un rotundo «no». Los primeros ingredientes de un proyecto serán siempre el lugar, la orientación, el sitio y la altura. En el proyecto que hicimos en la playa de los alemanes en Zahara, una vez entendimos el paisaje estando delante de él, decidimos bajar un metro la posición que ya tenía la casa. Porque la manera en que la casa subrayaba el paisaje del mar era más preciso un metro más abajo que un metro más arriba.

[Bo]¿Existe una arquitectura directamente ligada a la comprensión de la cultura como puede haber sido el caso de De la Sota en España o Álvaro Siza en Portugal, en contraposición con otra arquitectura más fácilmente extrapolable a distintos continentes?

[ACB] No existe una arquitectura universal que valga para todo: la arquitectura dialogará siempre con el paisaje, dialogará con la temperatura, con la cultura, con la naturaleza… Uno no puede hacer un Mies en una selva africana, claro, pero tampoco hace falta que se vista de zulu para estar en la jungla. Igual que no comparto la arquitectura de los arquitectos del 'Starsystem', tampoco comparto la idea de que ahora la arquitectura de un grupo de arquitectos «contextuales» sea la que verdaderamente respete la naturaleza y el entorno por hacerlo todo con ladrillo u hojarasca. Mies consigue integrar de manera maravillosa la Casa Farnsworth [2] en la naturaleza. No sólo porque levante esa plataforma sobre la que se asienta la casa un metro y pico sobre el suelo para que el plano quede a la altura de los ojos y se convierta en una línea perfecta. Es que la casa está dentro de un parque y con la transparencia que consigue sustituyendo los muros por vidrios lo que hace es potenciar totalmente esta naturaleza. Con toda seguridad, la Casa Farnsworth respeta mucho más la naturaleza que cualquier casita con tejado a cuatro aguas, con ventanitas pequeñitas y que pueda ser referida como «cottage». Existen unos medios, y deben utilizarse para potenciar esa naturaleza aún más.

[Bo]¿Cree que podemos proyectar arquitectura en un lugar y una cultura que nos sean ajenas, y llegar a alcanzar el mismo nivel de precisión que construyendo en un lugar que nos sea más próximo?

[ACB] Creo que el hombre tiene la suficiente capacidad de abstracción o de entendimiento, para poder afirmar que esto se puede hacer. Lo simplificaré con esta idea: si uno se va al Polo Norte se llevará un abrigo y, sin embargo, cuando uno va a Honolulu se lleva el bañador. La comprensión del sitio es universal, pero porque la naturaleza es universal y hasta podríamos decir que la comprensión es relativamente sencilla.

Ahí podríamos hablar de un tema que a mí me parece precioso: la luz. En el polo Norte, por seguir con el ejemplo, la luz es homogénea. No tiene nada que ver con la luz sólida que atraviesa el óculo del Panteón en Roma. El óculo del Panteón puede ser atravesado por esa luz porque estamos en una latitud donde el sol funciona así, pero si nos vamos por ejemplo a una latitud más alta, la luz será más homogénea y tendrá que trabajarse de otra manera.

Se entiende que también será determinante la temperatura del lugar, pues no es lo mismo trabajar en la selva de Quitos que trabajar en Copenhague. La cultura del lugar es también importante, evidentemente. No será lo mismo tampoco trabajar en Zamora [3], frente a la catedral, que trabajar en Ponzano para hacer la guardería de Benetton [4]. El proyecto que hice para Tom Ford lo hice en adobe, por ejemplo, porque estábamos en Nuevo Méjico. Existe comprensión del sitio que será a su vez comprensión de la cultura, y para esto hace falta muchísimo tiempo. Igual que el arroz necesita tener 10 minutos de reposo, y uno no se lo puede poner directamente desde la cacerola. Igual que el vino tiene que reposar después de haber sido abierto. La arquitectura necesita tiempo.

[Bo] Coincido con usted en que la arquitectura necesita mucho tiempo. Sin embargo, en un contexto en el que existen estudios de arquitectura que, en cortos periodos de tiempo, realizan proyectos en distintas partes del mundo, pongo en duda que realmente puedan llegar en cada caso al nivel de comprensión del lugar que se precisa.

[ACB] No ocurre, y precisamente por eso les sale así de regular o mala su arquitectura. ¿Qué arquitectura merece la pena? En mi opinión merece la pena aquella que han hecho arquitectos con cierta serenidad o tranquilidad. La arquitectura no es una cosa de «aquí te cojo aquí te mato», la arquitectura necesita este tiempo del que hablamos. Abomino a los arquitectos del Starsystem porque pretenden que mientras hacen 100, 200 o 300 obras su arquitectura sea reconocida como profunda. Su arquitectura podrá ser brillante o hábil, pero la arquitectura que merece la pena, requiere y exige tiempo. La arquitectura que ha quedado a lo largo de la historia son las obras que requirieron un tiempo largo de génesis de ejecución y es entonces cuando se consigue que permanezcan las ideas. Eso, que yo lo he escrito alguna vez y que repetiré aquí, no porque sea una frase mía, sino porque creo que recoge bien esto de lo que hablamos: las formas desaparecen y se destruyen, las ideas permanecen.

Fuente: The Bo Review Human Arts

viernes, 24 de octubre de 2014

REPORTAJE DE RENZO PIANO

La periferia del senador Piano

Aportó belleza ligera y profunda a las ciudades, y ahora quiere frenar su expansión incontrolada. Entramos en la guarida genovesa de Renzo Piano, un arquitecto con escaño

El centro cultural Jean Marie Tjibaou, construido por Piano en Noumea. / Jon Gollings

 

La Liguria, al noroeste de Italia, tiene forma de arco y ocupa un territorio estrecho entre las montañas y el mar. Allí se encuentra Génova, una de las ciudades del bel paese con más carencia de espacio. Posee un denso tejido urbano, y las carreteras aquí son angostas y se han vuelto obsoletas.

Recorriendo en coche una de ellas, la vía Aurelia –conocida también como la carretera del amor por el estupendo paisaje que brinda de la costa– se llega al Renzo Piano Building Workshop, en Punta Nave, sobre la costa occidental de Génova, entre Voltri y Vesima. El centro de operaciones del arquitecto más universal de la Italia moderna.

Suena el timbre y se abre un portón que conduce a un funicular de cristal con cuatro sillas rojas como las que usan los directores de cine. El ascensor recorre al aire libre una colina empinada. A la izquierda, arquitectos sentados delante del ordenador; a la derecha, una rica vegetación de palmeras y olivos; y delante, el mar azul profundo. Unas muchachas en biquini juegan con las olas.

El Renzo Piano Building Workshop no es demasiado grande –ocupa solo mil metros cuadrados– y fue construido, en 1991, para albergar un laboratorio sobre una ladera terraceada. El arquitecto quiso rendir homenaje a su tierra y decidió conservar las terrazas creadas por los campesinos para cultivar en la colina empinada. Ideó un techo de vidrio inclinado que no interrumpe la continuidad de las terrazas. Las oficinas de Renzo Piano han sido organizadas en cuatro niveles, conectados con una escalera interna de 32 peldaños. En el primer nivel: la cocina, el comedor, una sala multimedia, una mesa redonda para discutir los proyectos con el jefe y una biblioteca por cuyas paredes trepan los libros de arte, arquitectura e historia. Después, otras tres terrazas donde trabajan 60 personas: 40 arquitectos más personal de apoyo.

La torre de 'The New York Times' en Manhattan. / Michel Denancé

Renzo Piano baja las escaleras despacio. Saluda con un apretón de manos y una sonrisa contagiosa. Se dirige a su lugar favorito: un pequeño taller donde tres jóvenes modelistas construyen maquetas de plástico y madera. Hay un centenar de herramientas de diversos materiales y formas, ordenadamente colgadas en una pared de madera. Huele a serrín fresco.

“Este es mi sitio preferido. El lugar donde se construye con las manos”, confiesa Piano, el arquitecto-constructor-artesano que ama vivir todo el proceso de la proyección de un edificio. Su abuelo, su padre y sus tíos eran pequeños constructores. Al entrar en su rincón predilecto vienen a la memoria sus palabras pronunciadas en el discurso tras recibir el Premio Pritz­ker, el 17 de junio 1998. “Nací en una familia de constructores, y eso me ha permitido tener una particular relación con el trabajo. He amado siempre visitar la obra con mi padre y ver las cosas nacer de la nada, creadas de la mano del hombre. Para un niño, una construcción es magia: hoy ves un montón de arena y piedra, mañana un muro que se mantiene en pie solo”.

A punto de cumplir 77 años (los cumple el 14 de septiembre), Piano posee un aire juvenil. Sonríe siempre, habla bajo y gesticula sin cesar con las manos. En el bolsillo de su camisa lleva siempre una libretita, un lápiz y “un aparato”, como llama al iPhone. Vive a caballo entre París, Nueva York y Génova, ciudades en las que tiene estudios y residencias. Pero es en su tierra natal donde se siente más a gusto y donde se pueden comprender algunas claves de su obra. “Génova es una ciudad antigua que conserva muchos secretos”, explica. “Su belleza está escondida, y me permite dialogar con el infinito, delante del mar”. Cuando era niño, desde la montaña veía las naves mercantes, las grúas y el puerto. Su infancia estuvo marcada por las imágenes de una ciudad “pesada”. Y fue así como en su cabeza empezó a rondar la idea de crear el efecto contrario: la arquitectura liviana y elegante, como un barco de vela.

“Este estudio es el buen retiro y el territorio del silencio, un lugar donde me refugio y reencuentro mi relación de siempre con el mar”, explica. “Para mí la idea de tener vista de pájaro es fundamental. Lo cambia todo”. Piano llama la atención sobre el vuelo de dos gaviotas que se ven por el cristal. “Aquí las gaviotas las vemos desde arriba, no desde abajo”, dice. “Es interesante cambiar el modo de ver las cosas”.

El arquitecto, si está en el momento justo en e lugar adecuado, se convierte un sensor del cambio

Licenciado en arquitectura en Milán, en 1964, el reconocimiento internacional de Renzo Piano llegó de la noche a la mañana. En 1971, junto con su amigo Richard Rogers, ganó el concurso internacional para proyectar el Centro Pompidou de París. “Fue una completa provocación. Yo tenía 33 años y Richard, 37. A esa edad sabes sustancialmente que debes rebelarte, y ese es el mejor sistema para encontrarse con uno mismo. La rebelión es el arma secreta para encontrar la energía. Sería demasiado arrogante decir que conocíamos exactamente cuáles serían las consecuencias. Pero escuche una cosa: lo que sucede con el arquitecto es que, si se encuentra en el lugar justo en el momento adecuado, termina convirtiéndose en el sensor del cambio. El mundo cambia, no es el arquitecto quien cambia el mundo. En 1968, París vivió una revolución. ¿Qué se debía hacer? No podía ser un edificio lleno de mármol, que provocase miedo a la gente, como las grandes catedrales. Debía ser un edificio pensado como una fábrica, y eso fue lo que hicimos”, recuerda.

Después de la caída del muro de Berlín, Piano emprendió otro de los proyectos más importantes de su carrera: la Potsdamer Platz, acaso la reconstrucción urbana más ambiciosa del siglo XX. Gran parte de su trabajo se ha concentrado en la realización de grandes obras públicas. Y pieza por pieza, ha exportado su idea de la arquitectura ligera y de la belleza. “Cuando comienzas a comprender lo liviano descubres que es un comportamiento del espíritu”, explica. “La inteligencia puede ser liviana o pesada”. Allí están sus mejores testimonios de la simbiosis entre la belleza y lo liviano: la Menil Collection, en Houston (Texas); el Centro Paul Klee, en Berna (Suiza); el Auditorio Parco della Musica, en Roma, o el aeropuerto internacional de Kansai, en Osaka (Japón).

Piano comenzó el nuevo siglo con la torre de 52 niveles en Manhattan que es la sede de The New York Times. Un edificio que no es público pero, aclara el arquitecto, “tiene una relación muy especial con la ciudad”. Y recientemente ha construido el edificio más alto de Europa: la London Bridge Tower, la torre de vidrio de 66 pisos y 305 metros de altura. Cree que la misión del arquitecto consiste en difundir la belleza heredada de los griegos, profunda y de calidad. Está convencido de que el arte y la belleza, vividos cotidianamente, pueden tener alcances muy positivos. “La belleza cambia la vida de las personas, cambia el mundo. Su rol en nuestra sociedad, aplicada a la escritura, la pintura, la música o la arquitectura, cobra una grandísima importancia. Y, en particular, la belleza de la arquitectura es vital, pues es el arte de construir lugares para los seres humanos”.

La London Bridge Tower. / William Matthews

Posee todavía mucha energía y está decidido a concentrarla en la transformación de las periferias de las ciudades. Saca la libretita que lleva en el bolsillo de la camisa, pero decide diseñar su plan en el cuaderno de apuntes sin renglones de la periodista. “Para rescatar las periferias, lo primero que hay que hacer es evitar que sean ciudades dormitorio. Segundo: hay que llevar fertilizantes a la periferia. Es decir, llevar actividades no solo residenciales y productivas, sino culturales y de servicios. Llevar la vida, porque si no hay vida falta el afecto, la cohesión. La ciudad es bella solo cuando es mixta; cuando la residencia, el comercio (que no son los centros comerciales), las actividades productivas, las oficinas, la cultura, las escuelas, los servicios, las bibliotecas están juntos. Si no existen estos elementos, la ciudad o la periferia no son nada”.

“Todas las ciudades han crecido por expulsión, y es imposible continuar creciendo así”, asegura. La primera tarea, dice, consiste en no construir nuevas periferias y frenar su crecimiento, para lo cual se requiere trazar un “cinturón verde que defina el límite inquebrantable entre la cuidad y la periferia”. Segunda tarea: “Llevar a la periferia el transporte público y crear de modo sistemático ángulos de vida: escuelas, bibliotecas, hospitales, museos, tribunales”. Tercera: “Transformar los espacios industriales, ferroviarios y militares abandonados. Hay que construir sobre lo edificado y parar de comer otros territorios”. Hoy trabaja en dos obras pensadas para la periferia: la rama de la Universidad de Nueva York, en Harlem, y el nuevo palacio de justicia de París, en la banlieu.

Hace un año Piano recibió una llamada del presidente de la República, Giorgio Napolitano. Le anunciaba que sería senador vitalicio. Se trata de un honor que el presidente concede a dedo a personas que, según la constitución italiana, deben haber “ilustrado la patria por altísimos méritos en el campo social, científico, artístico y literario”. Tienen derecho a participar en las discusiones del Senado y las comisiones parlamentarias. Sin embargo, su presencia no siempre es constante. Y aunque no participen de lleno en la vida del Senado, reciben un salario mensual que ronda los 12.000 euros. Piano, en cualquier caso, considera más productivo poner en marcha su proyecto de “transformar las periferias italianas”. Ha decidido convertir su despacho romano en un estudio de arquitectura. Con su salario de senador vitalicio ha contratado a seis jóvenes arquitectos y urbanistas, que rotarán cada año y se ocupan de lanzar propuestas para mejorar la periferia italiana, donde vive el 80% de la población. Funciona como una lluvia de ideas: cada uno de los participantes propone soluciones concretas, que son evaluadas por Piano. En una segunda fase, el arquitecto y sus pupilos se encargarán de buscar financiación.

Se oye el ruido del motor que regula el sistema de láminas, que se activa de forma automática cuando aumenta o baja la luminosidad. A las cinco de la tarde, las láminas se abren y una luz delicada se cuela sobre el rostro de Piano, que sigue encantado mirando el mar. “¿Sabe por qué soy optimista? Nací durante la guerra, soy hijo de un temporal. Y cuando el temporal pasa, cada día se convierte en un momento más bello, cada noche se vuelve más luminosa. Y eso es algo que llevas dentro toda la vida. No se puede ser proyectista si no eres optimista”